Tendero dio una gran dimensión con los Miuras

Pedro Belmonte
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El torero albacetense cortó una importante oreja, perdiendo un gran triunfo por el fallo a espadas con el que abrió plaza

Miguel Tendero, en el primero de la tarde. - Foto: Pedro Belmonte

La espada privó a Miguel Tendero de conseguir un importante triunfo ayer en la plaza de toros de Almoguera con dos toros de la legendaria ganadería de Miura, cortando una oreja del cuarto de la tarde y perdiendo trofeos en el que abrió plaza al pinchar varias veces antes de cobrar una buena estocada.

Abrió plaza un Miura blando, como casi toda la corrida, a la que se picó con puyas de novillo por un error del responsable de las puyas, y por no suspender, se permitió que la corrida se echase para delante, aunque a decir verdad, fueron esas puyas suficientes para una floja corrida del hierro de la A con asas. Tendero anduvo muy templado con este primero, que desarrolló nobleza y con el que el de Albacete estuvo firme, pasándolo por los dos pitones con mucha solvencia. La espada le privó de algún trofeo que tenía casi en la mano.

El cuarto, sin duda el mas cuajado del encierro, tomó dos puyazos, el segundo desde lejos, que quiso el torero se viese la pujanza del Miura que había demostrado de salida, cogiéndolo bien Richar. Lo cuajó con el capote con verónicas templadas bien rematadas, bien lidiado por Juan Carlos Ruiz, llegó a la muleta cortito en la embestida y algo tardo, aunque Tendero se metió con él y atacándole le fue cuajando series por ambos pitones, que transmitió al tendido. El toro embestía con la cara por arriba, aunque el albacetense nunca permitió que le ganara la batalla, aguantando las pasadas del Miura y cobrando una estocada algo trasera que retrasó la muerte del toro, cortando una oreja con mucha fuerza. Un toro al que se aplaudió de salida por su presentación y se le premió con palmas en el arrastre.

El mejicano Calita tuvo como primero un toro muy bajo de casta, con el que anduvo entonado y al que acabó macheteando por la cara, siendo silenciada su labor. El que hizo quinto, muy parado en la muleta, tuvo un viaje corto, estando entonado el torero azteca, necesitando dos estocadas defectuosas e igual numero de descabellos, por lo que igualmente se silenció la labor.

El madrileño Gómez del Pilar se llevó como primero de su lote a un toro muy descastado, que se movía con la cara por las nubes, demostrando gran solvencia en el trasteo. La espada dejó todo en una ovación. El que cerró plaza, también aplaudido de salida, se dejó en el capote, llegando a la muleta complicado, con la cara arriba y probón, silenciándose su labor.