+ Competencias, - memorización

Javier Villahizán (SPC)
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La reforma curricular que prepara el Ministerio persigue dar la vuelta al actual modelo, renunciar al sistema enciclopédico y apostar por el desarrollo de las destrezas para afrontar los retos de la vida

+ Competencias, - memorización - Foto: Óscar Cañas

Lo dicen los informes y estudios internacionales, la educación española no es excelente y tampoco alcanza la categoría de buena. Mientras el peso económico del país se sitúa en la cuarta potencia a nivel de la Unión Europea y en la decimocuarta en el ranking mundial, la enseñanza sigue sin destacar, está detenida y no avanza.

Así, el último informe PISA (la prueba de la OCDE que mide las competencias de los alumnos de 15 años en Ciencias, Matemáticas y comprensión lectora), el referido a 2018, destaca que los alumnos españoles se hunden en Ciencias y en Matemáticas están estancados. En comprensión lectora, el organismo concluyó que este parámetro retrocede en todas las comunidades autónomas.

Por su parte, la investigación Timss, un estudio internacional en Matemáticas y Ciencias de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA), de 2019, reconoce que el rendimiento de los alumnos nacionales en estas materias está a la altura de países como Serbia, Armenia o Bulgaria.

En ambos análisis, los investigadores admiten que las caídas no son muy significativas y que no hay cambios relevantes de interés. Es decir, que España se mantiene en la tónica general histórica en esta clase de competencias.

Ante este panorama de décadas de estancamiento y con nueve normas de enseñanza en el último medio siglo, la última, la conocida como ley Celaá o Lomloe, recurrida por el PP ante el Tribunal Constitucional al considerarla un «atentado contra la libertad», la educación en España parece un campo de batalla de lucha política más que un espacio de consenso para el porvenir de las generaciones futuras.

Precisamente, una de las últimas medidas adoptadas por el Ministerio de Educación, que ha incrementado aún más si cabe la polémica, es la modificación completa, de arriba a abajo, del actual currículo escolar.

 

Menos asignaturas

La intención del departamento que dirige Isabel Celaá es renunciar a una visión enciclopédica de los contenidos, sin vaciarlos de sus saberes esenciales, y apostar por dotar a los alumnos de unas competencias necesarias para afrontar los retos y desafíos del mundo actual. En consecuencia, se trataría de potenciar las destrezas, las competencias, en detrimento de la mera memoria.

Una medida que ya ha sido duramente criticada por el principal sindicato de los docentes, CSIF, que critica que este conjunto de enmiendas ya han sido propuestas con anterioridad con escaso éxito y que provocaría 17 modelos distintos dependiendo de cada comunidad autónoma.

Además, la reforma abre la puerta a que los centros educativos dispongan de una mayor autonomía, de modo que puedan insertarse competencias de la práctica diaria según cada colegio.

El objetivo es diseñar un currículo mucho menos enciclopédico, más flexible y más centrado en las competencias básicas y los aprendizajes esenciales de los alumnos, con herramientas de evaluación más elementales, que contribuya a preparar a los jóvenes para un mundo que cambia muy rápido y en el que las personas deben seguir formándose a lo largo de toda su vida.

El tamaño y la rigidez del actual modelo alimentan, según el Ministerio, «altas tasas de repetición y de abandono educativo temprano» y dificultan «la equidad y la inclusión», al expulsar del sistema a una parte del alumnado. De hecho, uno de cada cuatro estudiantes no consigue obtener el título de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), lo que supone una importante brecha no solamente educativa sino también social.

«Una certeza es que ya no es suficiente un aprendizaje memorístico y acumulativo, por eso apostamos por una propuesta competencial que contempla ámbitos curriculares en los que se trabajan de forma interdisciplinar aprendizajes de varias materias, ello favorece la codocencia y el trabajo colaborativo del alumnado», señala la ministra Celaá.

Por ello, el documento apuesta por centrarse en las competencias básicas y en aquello que se considere que resulta esencial. «Se sustituye la acumulación enumerativa por la profundización del conocimiento que se elige como esencial. En este sentido, el menos se convierte en más solidez, uso y profundización del conocimiento», detalla el borrador del proyecto.

Precisamente, uno de los fines que persigue la reforma es que «todos los estudiantes sepan afrontar los retos, a nivel personal y global, al término de sus estudios obligatorios», explica César Coll, profesor de Psicología de la Educación de la Universidad de Barcelona y miembro del grupo de expertos que han colaborado en la redacción del currículo de enseñanzas mínimas.

Modernizar el currículo «no puede limitarse a la revisión y actualización de los contenidos sino que hay que cambiar el modelo y los criterios de selección de las asignaturas, apostando por renunciar a las visiones enciclopédicas», insiste el investigador.

En este sentido, este experto entiende que las nuevas generaciones «se van a encontrar con nuevas necesidades de aprendizaje a lo largo de su vida. Eso tiene implicaciones. La primera es que hay que renunciar a intentar satisfacer todas las necesidades de estudio en la etapa inicial, porque cada vez hay más complejidad y resulta imposible, y debemos centrarnos en definir cuál deben ser las prácticas en la formación inicial. Y la segunda es que en la educación básica debemos poner el énfasis en el desarrollo de las competencias relacionadas con aprender, la capacidad de hacer frente a nuevos retos de aprendizaje, y para buscar recursos documentales, personales y tecnológicos para educarse».

 

Aburrimiento

Otro de los expertos que ha participado en la redacción del borrador ha sido Guadalupe Jover, profesora de Educación Secundaria de Lengua, quien sintetiza en tres los problemas principales a los que se enfrentan los profesores: la extensión de los contenidos, su fragmentación y su inadecuación al mundo real.

Muchas veces, la elevada concreción hace que incluso en Educación Primaria, el currículo de la etapa supere las 600 páginas en algunas comunidades, haciendo imposible verlo todo a lo largo del curso académico y generando «aburrimiento de muchos estudiantes y la frustración de muchos docentes», afirma Francisco Luna, exdirector del Instituto Vasco de Investigación Educativa.