Enfermera por vocación, Presen García lleva algo más de tres años trabajando en la profesión para la que se formó, aunque su trabajo -incluso en el destino del mismo- ha cambiado radicalmente con la crisis del Covid-19.

Reconoce que es «duro y difícil», que «ninguna Facultad te prepara esta situación inédita y excepcional», pero se queda con lo más importante «con ver cómo, ante el colapso del sistema, la Enfermería se ha humanizado todavía más».

«Siempre trato de dar la mejor atención a los pacientes, pero ahora es que somos conscientes de que somos casi como su familia. Están ingresados solos y ven lo que les intentas transmitir». Lo hacen incluso bajo las muchas ‘capas’ protectoras con las que trabajan en las unidades Covid-19, como es su caso. Por eso, de esta crisis se queda con «la ilusión de ver cómo los captas emocionalmente. Hay pacientes que cuando se van a planta te agradecen cómo los trataste el día que llegaron y cuando bromeo con que cómo me conocen si solo se me ven los ojos y con gafas, te responden que porque se acuerdan de tu sonrisa, de tu voz o de tu mirada». «Esto reconforta todos los esfuerzos en una situación donde nosotros también tenemos miedo por lo desconocido de la patología, destaca Presen García. Ella, hasta el inicio de la crisis sanitaria, trabajaba en el Centro de Salud de Casas Ibáñez, pero, con la reorganización de Atención Primaria, pasó a estar en una de las unidades Covid-19 que se abrieron en el Hospital General de Albacete.