Francisco J. Martínez

CARTA DEL DIRECTOR

Francisco J. Martínez


Muerte de un torero

06/03/2022

Era una tarde más de esta primavera anticipada, los burladeros simulados de La Fiesta del Árbol eran testigos, por enésima vez, de los sueños de los toreros que se entrenaban con ahínco para afrontar sus primeros compromisos de la temporada. Entre ellos destacaba una figura esbelta e impecable, que dibujaba lances al viento en un intento por mejorar su técnica al mover la franela. Sería uno más que se esfuerza por perseguir sus objetivos, si no fuera porque el oro se apagó para él hace ya décadas y no tiene ningún contrato a la vista por el que pulir su trazo sobre la arena. Sin embargo, después de 83 primaveras, cogía los trastos con la misma ilusión de aquel chaval, vecino de Pedrés, que quería ser torero.
Se desvivió por los maletillas locales desde la Escuela Taurina de Albacete, guió a su hijo en la difícil carrera de un joven hasta llegar a ser matador de toros y aconsejó a todos aquellos que se le acercaron en busca de consejo, de los que se ganó que se dirigiesen a él como maestro.
El destino quiso que sus últimos momentos conscientes en este mundo fueran precisamente con el estaquillador entre sus dedos antes de que un inoportuno traspiés se lo llevará hacia el más allá, donde se reunirá con otros toreros que llevaron a la gloria el nombre de Albacete. Seguro que allí, en lo más alto, cuando su silueta se dibuje en el horizonte, como lo hacía a diario por el Altozano, una voz dirá:«Por ahí va un torero».
Era Manuel Amador Correas. Hoy, todos los toreros de Albacete lloran la pérdida de un torero de toreros. Que la tierra le sea leve.