Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


El superhombre

21/03/2022

Una duda me asaltó buscando explicaciones a la guerra de Putin: ¿Dónde he visto yo esta película?, ¿quién me la ha contado antes? No tardé en hallar la respuesta. Crimen y castigo de F. Dostoievski (1866). Fue la primera novela seria que leí; me marcó.
Raskolnicov era un estudiante tan racionalista como orgulloso. En un momento dado llegó a la conclusión de que él era un hombre superior y que esta superioridad le eximía del cumplimiento de las normas morales y las leyes políticas. Estas eran para el populacho que precisa de la disciplina moral para hacer lo único que puede, trabajar.
Ni corto ni perezoso, el protagonista entró en la casa de la vieja prestamista y la mató. No le interesaba el dinero. Lo único que pretendía era demostrarse a sí mismo que era un «superhombre», alguien por encima del bien y del mal.
No lo debía serlo del todo pues la conciencia le remordía hasta el punto de plantearse el suicidio. Afortunadamente tenía a Sonia, la única persona a quien confesó su crimen. Siguiendo sus consejos, Raskolnicov se arrepintió y se entregó a la Policía. Junto a Sonia, empezará una vida… en Siberia.
Veinte años después, F. Nietzsche agradece a Dostoievski la imagen del superhombre que él daría vida en las obras emblemáticas de la modernidad: Muerte de Dios, Más allá del bien y del mal, El anticristo... La diferencia es que el filósofo alemán sí se suicidó para demostrarse libre de todo, empezando por la moral cristiana. El novelista ruso acertó a comprender que la muerte de Dios entraña la muerte de los hombres, una vez rotos sus lazos de hermandad.
Dostoievski dejó claro que el superhombre era un gigante con los pies de barro. Nietzsche lo sublima y Hitler le da vida. ¿Estará inspirando también a Putin?