«En algún momento de la vida todas hemos sufrido violencia»

Ana Martínez
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«Las desigualdades están normalizadas a niveles increíbles y, sobre todo, entre la gente joven»

María Olivas, vicepresidenta de la Asociación para la Promoción de la Igualdad de Albacete. - Foto: Arturo Pérez

El 21 de septiembre pasado se presentó la Asociación para la Promoción de la Igualdad de Albacete (Aspiga), un nuevo grupo integrado por 10 mujeres formadas en el ciclo de grado superior de Promoción en Igualdad de Género que se imparte en esta capital. La entidad se ha constituido con el fin de visibilizar las desigualdades y las diferentes violencias que soportan las mujeres, por el simple hecho de serlo; trabajar en la sensibilización y concienciación en todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en el educativo; y colaborar como expertas en la materia en programas y proyectos de otras entidades, así como en la implantación de planes de igualdad en las empresas. María Olivas es la vicepresidenta de Aspiga.

¿A qué se debe Aspiga?

Aspiga nace de la necesidad de prevenir todas las situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres, así como la violencia de género, que desgraciadamente está en auge. También nos constituimos para que se reconozca nuestro papel como promotoras en igualdad de género, ya que nuestro abanico laboral abarca muchos ámbitos. Sin embargo, a la gente cuando le hablas de promoción en igualdad cree que solo es para trabajar con víctimas de violencia machista, pero las posibilidades laborales son mucho más amplias.

Resulta triste que en pleno siglo XXI se estrenen ciclos formativos para promocionar la igualdad entre hombres y mujeres.

Sobre el papel, sobre la Constitución, sobre la ley…, hay igualdad, pero no es real ni efectiva, sigue habiendo desigualdades en el ámbito profesional, con techos de cristal y suelos pegajosos; sigue habiendo muchas mujeres que trabajan en sectores feminizados, muy precarizados, peor remunerados y más inestables. Ahora, la ley obliga a las empresas con más de 50 trabajadores a tener planes de igualdad, pero los sindicatos no dan abasto. Nuestro perfil profesional es el que tendría que estar en cada sindicato, apoyando y orientando en esta materia, en el seguimiento y en la implementación de medidas. Si analizamos el ámbito social, político, educativo…, siempre hay mayor representación masculina, los hombres son los que están en el poder, mientras que las mujeres, si son madres, son las que se piden las reducciones de jornada, las excedencias, dejan el trabajo, no tienen tiempo para formarse ni para promocionarse… Hay mucha más población femenina en las universidades, pero los altos cargos y los ejecutivos son varones. Sobre la ley hay igualdad, pero la realidad no es así. La gente cree que por tenerla en un papel ya hay igualdad entre hombres y mujeres, pero basta recordar lo que ha pasado en un colegio mayor de Madrid para entender que la igualdad real no existe. Las nuevas generaciones masculinas no tienen una educación en igualdad ni igualitaria, ese sesgo de género sigue existiendo. 

¿Qué pueden aportar las promotoras de igualdad y una asociación como Aspiga?

Nuestro papel principal como asociación es visibilizar todas las desigualdades que existen, porque hay quien no quiere verlas. Nosotras podemos aportar formación con talleres y actividades para prevenir violencias, sensibilizar sobre igualdad y ayudar a corregir desigualdades, por ejemplo, con talleres de lenguaje inclusivo. Hay muchos discursos que sostienen que con acabar las palabras en e o desdoblar en femenino y masculino es suficiente, pero nada más lejos de la realidad. Se puede practicar un lenguaje inclusivo sin necesidad de duplicar las palabras y sin salirte de la gramática española.

 

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