En el último quinquenio, el número de rupturas matrimoniales ha ido experimentando una línea en continuo descenso en la provincia de Albacete. De los 727 divorcios que se resolvieron en 2016 se pasó a los 386 solventados en el año 2020, según datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística.
La causa parece estar bastante clara: cada vez son menos los enlaces matrimoniales que se celebran, tanto por la iglesia como en los juzgados. No en vano, a tenor de las estadísticas trabajadas por el INE, las bodas cayeron hasta un 58% en la provincia entre 2016 y 2020, pasando de las 1.417 que se celebraron hace cinco años a las 598 oficiadas en el año más duro de la pandemia.
«La gente se casa cada vez menos, prefiere convivir en pareja”, explicó ayer a este diario la abogada Elena Serrallé, especializada en Familia, quien advirtió de que, mientras los divorcios bajan, las medidas paterno-filiales dictadas por los tribunales no dejan de aumentar, dado que, aun sin pasar por la vicaría, «las parejas tienen hijos, se separan y piden medidas paterno-filiales».
No en vano, la letrada afirmó que el 80 por ciento del volumen de trabajo en su despacho ya está relacionado con asuntos vinculados con la Familia, debido principalmente a la aparición de la pandemia que ha cambiado la vida laboral y económica a muchos padres y madres. De ahí que las medidas paterno-filiales se hayan disparado en el último año y medio en sede judicial, puesto que han sido muchos los padres y madres que con el teletrabajo han visto la posibilidad de hacerse cargo de sus hijos, lo que obliga a modificar el régimen de visitas e incluso la custodia: «Hay muchos progenitores que con el teletrabajo han dado el paso para pedirla», afirmó Elena Serrallé.
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