Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


El ala oeste de La Moncloa: realidad en clave de secta

11/10/2022

De entre las cuestiones positivas que la enorme crisis económica, política y moral debiera traer, ya que nos toca padecerla, yo propondría que una importante consecuencia fuera la abolición de los sectarios de España. No me refiero a callarlos ni a eliminarlos, puesto que los hay como botellines: simple y llanamente pido que una nueva sociedad culta e informada, mire como apestados a todos aquellos que, en medios de comunicación, partidos, espectáculos y corrillos privados, emiten sus juicios y valoraciones de los demás según la ascendencia política que les pre-asignan.
Ante los sectarismos de nuestro país, quedan postradas personas de renombre por la comodidad de sumarse a los prejuicios establecidos. Como seguro que le sucede a usted si se ha destacado socialmente en algo, o simplemente si cumple con sus obligaciones, llevo toda la vida siendo objeto de prejuicios en lo que hago o digo, bajo la mirada de los demás, que me aplauden o rechazan según mi pensamiento se encuadre en lo que ellos entienden como izquierda o derecha (y muchas veces recibiendo tortas de ambos lados). Esta inexistente división persiste en la mente de medio país, y se ha convertido en una postura ridícula y cambiante ante una realidad que sólo admite diferencias entre los comportamientos correctos o incorrectos.
Desgraciadamente el sectarismo no depende sólo de la cultura, también está en la nacencia (quien tiene mala leche, pues la tiene): no son pocos los compañeros míos de trabajo que cubiertos de carreras y de doctorados miran mal al que milita en opciones distintas a la suya. Es un hecho. Con la que está cayendo, tenemos al frente del país a un peculiar sectario como el presidente Sánchez, que transforma los patrones tradicionales de 'estás en mi bando o en el otro', en un 'estás conmigo o estás contra mí'.
Él es el centro de todo hasta el nivel ridículo de hacerse una serie de televisión. Esta afirmación que hago (así de triste es el nivel de sectarismo en el país), parecerá también sectaria, seguro, a muchos que lean esto, pues considerarán que estas palabras carecen de justificación y que un gobernante de este jaez hace lo correcto grabándose películas y documentales para su promoción. Y aquí está la verdadera prueba del sectarismo, que es que varias o muchas personas no critiquen desde el minuto uno esta iniciativa de propaganda, propia de los emperadores Nerón o Cómodo, es una señal inequívoca de sociedad muerta, que antepone sus vísceras a la razón.