"Los voluntarios de la institución son la piedra angular"

I. M.
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La madre superiora de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús dice que en esta entidad tratan de que sus residentes se sientan, en la medida de lo posible, "como en su casa"

En la imagen, la madre superiora del Sagrado Corazón, Victoria Fernández. - Foto: Rubén Serrallé

El día 23 va a tener lugar, por primera vez a partir de las 12 horas, en la plaza de toros el festejo taurino a beneficio de la Institución Benéfica  del Sagrado Corazón de Jesús, conocida como el Cotolengo. Desde hace  unos años a su frente está como madre superiora  la hermana Victoria Fernández, quien junto a otras religiosas de Nuestra Señora de la Consolación, decenas de voluntarios y de otras cinco personas más auxiliares,  lleva el día a día de esta Casa que hoy por hoy alberga a 32 residentes y atiende en su comedor a 250 comensales.  Fue  en 1964 cuando nació el Cotolengo para acoger a los pobres, enfermos y abandonados, a aquellos que no tenían cabida en ningún otro sitio, que no tenían recursos, ni familia y así  continúa  en esta misión  55 años después hasta el punto de que en la institución nunca faltará un plato de comida ni lo esencial para seguir adelante.

El próximo sábado va a ser el ya tradicional festival taurino  a favor de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón, del  Cotolengo. ¿Desde cuándo se viene celebrando este festejo?

Desde hace 30 años. Lo inició Dámaso González y aunque él se ha ido, él sigue estando con nosotros. En esta Casa se le recuerda, era un hombre encantador, y la verdad, a mi me gustaría que pese a que él se fue esto continuase, porque este festival taurino es  una gran ayuda económica, y aunque este año da la casualidad de que igual nos toca pasar frío, esto nos va a dar lo mismo y vamos a ir. Y si alguno necesita una manta, se la pondremos.

Su congregación es la que está ahora al frente de la gestión de esta institución, pero antes hubo otra, ¿puede recordarnos cómo acaban aquí? 

Cómo sabe toda la gente, antes había otras hermanas, pero llegó un momento en que lo dejan, se lo dijeron al  obispo y el obispo nos llamó a nosotras, a la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación  y  aquí ya llevamos  años.  Tal y como lo hacían ellas nosotras lo hacemos. Nosotras ya teníamos  en  Albacete una comunidad en Francisco Pizarro con hermanas que eran maestras y  enfermeras, que se cerró cuando nos venimos aquí. Hoy por hoy somos cinco, algunas están desde que llegamos al Catolengo, otras en cambio nos hemos ido añadiendo después , y este es mi caso, pues vine de  Ponferrada, en donde estaba de enfermera, y aquí ya llevo cinco años. Una de nuestra hermana tiene 83 años pero pese a ello desde que se levanta hasta que se acuesta no para, y lo mismo se puede aplicar para otra que va a hacer 74 años y que se encarga de la animación de los residentes por la tarde, pues por la mañana hay un fisioterapeuta. Dicen que las hermanas nos jubilamos, pero las hermanas no nos jubilamos nunca.

 

¿Habrá  relevo generacional, o no? ¿Dónde tienen la casa madre? 

Hace unos días hicieron los votos perpetuos dos hermanas, pero de momento se puede decir que la cosa está un poco parada al menos en España y en lo que son postulantes, otra cosa es África o Asia. Nuestra casa madre está en Tortosa, que es en donde nació nuestra madre fundadora y estamos distribuidas en 16 países y en lo que es Mancha, en Quintanar y en Villacañas, que es precisamente de donde soy yo.

 

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