El intenso día a día de un «patrimonio vivo»

Alejandro Gómez
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La tradición musical de Munera se refleja en la amplia actividad de su banda y de la escuela municipal de música, con un proyecto educativo que suma dos centenares de educandos

Los alumnos del aula de clarinete posan con sus instrumentos. - Foto: Carmen Moya

Uno de los muchos casos de éxito de la actividad musical en la provincia es el de la Banda de Munera y su Escuela Municipal José Luis Castejón. Al frente está el joven director Txeda Jareño, quien detalla algunos de los números alcanzados por esta entidad: 93 miembros en la banda y unos 200 alumnos en la academia, formados por una docena de profesores.

Son cifras más que considerables para un municipio de unos 3.500 habitantes y Jareño se muestra encantado de desarrollar su labor en «un pueblo que siempre ha estado muy vinculado a la música, que ha mantenido la tradición y donde la gente es muy colaboradora». «Con ese ambiente, salir a tocar con la banda se convierte en un objetivo para los niños y, una vez que están ahí, hay que destacar el esfuerzo de la gente que vive o trabaja fuera y viene a ensayar los viernes por la noche. Si no fuera por eso, no sé si vendrían todos los fines de semana», prosigue.

Con esas palabras, el director resume como las agrupaciones musicales se han convertido «en parte de la idiosincrasia de los pueblos, un patrimonio cultural vivo» que alimenta la actividad cultural con sus eventos propios, participa en los que organizan otros y, sobre todo, ofrece una oportunidad de desarrollo personal y profesional a los jóvenes.

En cuanto a la organización de la escuela, Jareño detalla que la temporada va de octubre a junio, periodo en el que «hay clases todos los días de la semana». Estas se articulan por grupos de edad, con los niños de cuatro a ocho años asistiendo a música y movimiento, paso previo «a lo que podemos denominar educación ordinaria» de ocho a 16 años, con lenguaje musical, aprendizaje de instrumento y clases colectivas. Además, se ofrecen cuatro cursos para adultos en horario nocturno y la entidad cuenta con un coro y banda juvenil,  «que es una manera de ir formándose en cómo funciona una banda para nuestros educandos». 

Esa actividad se complementa con viajes a conciertos u otras actividades y las tradicionales audiciones, tres por curso. Esta semana se celebraban las de aula, «en las que se trata  de que los alumnos se enfrenten solos al público y las familias puedan ver también la evolución de los músicos», mientras que la de cierre tiene un carácter especial: «elegimos una temática, como música de películas o un monográfico de los Beatles en años anteriores, para ese fin de curso».

En ese proceso diario, el director destaca la colaboración que prestan las familias, «la muy buena relación que tenemos con el colegio, porque al fin y al cabo educar es cosa de todos», o la cooperación con asociaciones, que lleva a organizar siempre un concierto benéfico en fechas navideñas.

Además, Jareño se siente «especialmente contento» de ver cómo sus alumnos continúan los estudios en este arte, ya que «actualmente 16 están cursando el grado profesional o superior». «Ellos mismos se dan cuenta de que la música puede ser su carrera profesional y eso una gran satisfacción, una forma de recoger los frutos del trabajo que hemos puesto en este proyecto», remarca.