Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Dos salidas

28/09/2021

Puigdemont solo tiene dos posibles salidas dignas, desde que huyó hacia no se sabe qué. Una es la cárcel. Otra, el suicidio. Pero tranquilos, no tiene la suficiente valentía para afrontar ninguna de ambas con mínima solvencia. La segunda de ellas, lo convertiría en una especie de mártir absurdo para los suyos que, por cierto, cada vez son menos. No se lo deseamos, como a nadie. Y la primera, la más factible porque no depende directamente de su voluntad, lo colocará a la misma altura de sus compañeros, ya exconvictos, que -al menos en parte- ya han pagado por sus culpas. Tras ser devuelto a la calle, por la policía italiana, el expresidente catalán dijo que el Estado español trata de evitar su libertad de movimientos, de palabra y de acción política. No le puede extrañar dado que es un prófugo -acusado de rebelión y malversación, por los que se le piden entre 15 y 30 años de prisión- en busca de ruido permanente. También dijo que al Ejecutivo de Sánchez solo le interesa dialogar con quienes le dan apoyo parlamentario y que, gente como él, que muestran actitudes de defensa de unos presuntos intereses de su particular idea de lo que debe ser Cataluña, molestan al Gobierno. Claro Carles, pero… ¿algo nuevo bajo el sol? En lo que se equivoca es cuando acusa al Gobierno de querer interferir en la Justicia. El que verdaderamente lo hace es él al no tener los suficientes bemoles para rendir cuentas ante un juez y en España. Dice Puigdemont, con ese aire de cómico triste, rancio y poco talentoso que tan mal le sienta, que no le afecta estar en chirona y que a este paso va a conocer algunas más de la Unión Europea. A lo mejor si -como sus colegas hicieron en su momento- en vez de seguir huido, se entrega a la Justicia, esa gira europea por penales se reduce a una, aunque con una estancia algo más larga, en España. Y no Carles, no se trata de pasar más noches en prisión, todo va de que usted y todo lo que simboliza, se ha convertido en un grave escollo, un enorme grano en el culo, para una Cataluña que ya apenas le añora. Expresidente, rinda cuentas con quien deba y, tras ello, tendrá legitimidad suficiente para sentarse a dialogar con alguien que no sea un triste carcelero en una trena de Cerdeña. Hágase el favor, siempre será mejor que el suicidio.