Anda revoloteando por las nubes sucias y purulentas de la información, un reportaje en el que se habla de unas saunas de carácter homosexual y otras lindezas por el estilo, ligadas a la familia política de Pedro Sánchez. Andanada sucia y nauseabunda en la que parecen tener algo que ver el ya retirado comisario Villarejo y otros quídam tan repugnantes como él, acostumbrados a salpicar porquería a los cuatro vientos para enmascarar sus incalificables felonías. La verdad es que he leído varias veces el panfleto y no le he encontrado nada noticiable puesto que uno saca la impresión de que de lo que se trata es que aparezca el nombre del presidente del Gobierno en tan sucios asuntos, aunque sea por vía político-familiar y de rebote.
Me repatearía que alguien pudiera creer que trato de echarle un capote al señor Sánchez, pues no es santo de mi devoción, como todos mis posibles lectores saben. Pero a fuer del respeto que me merece mi profesión de toda la vida no tengo más remedio que afear esas formas y maneras que convierten la política en una pocilga sucia y repugnante. Por lo que se colige leyendo la panfletaria publicación, es algo así como si alguien escribiera que el toro que mató a Manolete era primo hermano de una vaca lechera que tenía mi señor padre, dejando caer la cosa con la intención de ligar mi nombre a la tragedia de Linares.
Con la cantidad de errores, tanto conceptualmente como en la forma, que se le pueden echar en cara al actual presidente del Gobierno, sin necesidad de salirse de su cometido político, tratar de sacar a relucir ahora el cuento de la vieja de las saunas de su suegro, y con el ínclito Villarejo de por medio, huele a juego de marranos sin el menor decoro ni dignidad, ni política ni de la otra.