El trastorno bipolar es una enfermedad mental crónica que afecta a los mecanismos que regulan el estado de ánimo. Se manifiesta en forma de episodios recurrentes que van desde la manía o hipomanía (alegría, euforia), hasta la depresión (tristeza, inhibición y, en algunos casos, ideas de muerte). Variaciones anímicas que influyen de forma significativa en los aspectos sociales, familiares, académicos o laborales de la persona afectada.
Ayer se celebró el Día Mundial de esta patología psiquiátrica, que afecta a dos de cada 100 personas, con la misma incidencia en mujeres que en hombres.El problema es que un 50% de las personas bipolares no está diagnosticado correctamente y no llega a atención especializada, y un 25% ni siquiera pide atención médica en Primaria.
El psicólogo José Contreras, responsable del centro de rehabilitación psicosocial de la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos Mentales (Afaeps) informó que la enfermedad suele aparecer de forma abrupta en la adolescencia y edad adulta, con frecuencia acompañada de un factor estresante ambiental, y en algunos casos se asocian recaídas con un patrón estacional (episodios depresivos en primavera, otoño e invierno y maníacos en verano).
De hecho, Contreras relacionó como factores estresantes en el desencadenamiento de los síntomas de las personas que sufren trastorno bipolar la crisis sanitaria y económica vivida debido a la pandemia del coronavirus, la incertidumbre por la situación económica y los ERTE, la guerra de Ucrania, «problemáticas que han hecho que la salud mental en general se resienta, y se agraven los casos de trastornos bipolares en las personas con predisposición genética a desarrollarlo».
No obstante, agregó que «hay mucha gente con trastorno bipolar que con medicación y apoyo psicológico lleva una vida normalizada y pasa muy desapercibida».
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