La colección Chamán ante el Fuego presenta el último libro de Ana Martínez Castillo, De lo terrible. La autora comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de su nuevo poemario.

¿Por qué publica este libro con Chamán Ediciones, cuando usted es coordinadora de InLimbo?

Lo cierto es que hablamos de la publicación de este libro con Chamán cuando abrieron la recepción de manuscritos, hace como año y medio, antes de que funcionase  InLimbo y me parece que Chamán hace un trabajo muy bueno y me hacía ilusión que fueran ellos los que publicaran De lo terrible. Ya tendré yo tiempo más adelante, si procede, sacar una obra en la mía, pero prefiero hacerlo de este modo y que en InLimbo aparezcan los libros de los demás, es donde está la sustancia, creo yo.

¿Por qué De lo terrible?

Aparecen como cita en el libro los famosos versos de Rilke,  que dicen que la belleza no es nada más  que el comienzo de lo terrible, justo lo que nosotros todavía podemos soportar y lo admiramos tanto porque él indiferente desdeña destruirnos. Todo ángel es terrible. 

Se refiere a eso, que lo bello no es nada más que el comienzo de lo terrible, toda belleza tiene parte de cosa terrible, de acto terrible. No se da la imagen de la belleza pura, feliz, inocente, no es tan acertada, porque la belleza es cruel a veces, terrible.  

¿Poesía de corte visionario?

Es una manera de definir la poesía que vengo manejando, con mucha influencia de la estética neosurrealista, surrealista, con  abundancia de metáforas, imágenes, de un nuevo uso de conceptos, en una manera de llamarle a esa creación estética de atmósferas e imágenes que se salen de lo común.  

¿Ominoso incluso?

Ominoso, siniestro. El trasfondo de este poemario, aunque se tocan muchos más temas, es la estética de lo sublime, con cierta vena romántica. Lo sublime es una estética que surge en el romanticismo y que encuentra bello aquello que es oscuro, que empequeñece al hombre, al ser humano, que es una amenaza.  

¿Por qué le interesan a usted estos temas?

Me han interesado siempre.  Es el hilo conductor en casi todo lo que hago, lo que pasa es que en otros poemarios como Me vestirán con cenizas o Bajo la sombra del árbol en llamas, me centré más en el destino trágico, la muerte, el recuerdo o la vejez. Este libro, que también tiene eso,  porque son los temas que constituyen mi obsesión en poesía, sí tiene una parte más de reivindicación de una estética muy concreta, vanguardista. 

¿Evolucionó mucho su poesía en estos años o solo cambia la perspectiva?

Sigo interesada en los mismos temas, creo que no podría tratar otros. No sé, todos tenemos nuestros temas y vamos hablando de ellos, construyendo poemas distintos, pero siempre sobre lo mismo. Son cuatro o cinco que constituyen nuestro imaginario, nuestra obsesión, lo que realmente nos llega, nos emociona, y estamos ahí, en círculos. Sí que en este libro el lenguaje es más depurado, cargado de metáforas e imágenes, pero de la evolución tienen que hablar los lectores, porque es difícil para uno darse cuenta de estas cosas. Te diría que el trabajo tiene más depuración estética y un poquito más de madurez.   

¿Cuándo lo escribió?

Hace un par de años, dos años y medio. Como te decía lo mandé a Chamán y les gustó, lo que pasa es que justo cuando podría estar programada la publicación, había sacado Me vestirán con cenizas y decidimos esperar un poco. Después cuando iba a salir, en primavera, vino la pandemia, así que se ha ido alargando. 

¿Le dio tiempo a tener incluso otro listo?

Sí, tengo otro más en la recámara, La fiebre y la semilla y de momento ahí está a la búsqueda de editorial.

En prosa hay también otra obra esperando el momento apropiado, cuentos,  con un título que está abierto a modificaciones, Ofrendas. 

¿Pensó en presentar De lo terrible o no es el momento?

Lo pensamos, pero de momento tendrá que ser online o esperaremos, pro ya está en las librerías De lo terrible.