Domingo Henares

Domingo Henares


Como hacen los franceses

03/10/2021

Ninguna ciudad como París se merece el calificativo de elegante y atenta, por la cortesía de sus habitantes. Hasta por la cordialidad de los compañeros de viaje en autobús, en el metro o en el territorio común de las cafeterías y que se resuelve con una sonrisa casi sonora, al tiempo de la respiración. Lo mismo que si compras algo y preguntas la dirección aproximada de una calle. Y hay que decir a toda hora, a cada minuto, la palabra gracias y perdón, mil veces al día, al ceder el paso en las aceras, al compartir la llama de un encendedor para el cigarrillo, al dejar de estar acompañado por el acomodador de un cine. Por la sencilla razón de que las cuestiones de benevolencia y amor son asuntos de proximidad y del momento en que dos corazones ponen en hora su relojería.
Quien utiliza a toda hora en París las palabras gracias y perdón a su debido tiempo da señales de que ya vive como hacen los franceses. Y no como dice el Papa Bergoglio en un proceso de «purificación de la memoria». Pues, con ocasión del 200 aniversario de la independencia de México, y en una carta al Episcopado de allá, reconoce los errores del pasado y confiesa que, en otras ocasiones, «ha pedido perdón por los pecados personales y sociales que no contribuyeron a la evangelización». Y en ese preciso instante las leyes de la Física saltaron por los aires. Porque no se puede desandar el tiempo y porque entonces habría que pedir disculpas también por los actos de la Humanidad después de otros 500 años. 
 Decididamente, ningún mortal debería tener un rato de descuido, y menos si corre peligro de decir palabras comprometidas.

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