Sánchez se teme un batacazo descomunal

Carlos Dávila
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La fotografía de España refleja que la situación política, económica, social e internacional es una perfecta calamidad por más que el PSOE trate de velarla

Sánchez se teme un batacazo descomunal

Sé de antemano que los pronósticos son muy peligrosos porque la realidad puede desmentirlos en poco tiempo. Así ha ocurrido en Castilla y León donde la gran victoria que aventaban las encuestas para el PP se quedó únicamente en un modesto triunfo que ha terminado en un Gobierno de coalición con Vox nada agradable para el presidente Mañueco. Pero como los sondeos guardan mucho morbo (sobre todo para nosotros los periodistas) les ofrezco la última muestra, discreta y no publicable, que posee la actual dirección del PP. El resultado prevé para este partido una cantidad de escaños en el Parlamento de Andalucía cercana a los 50, a sólo cinco de la mayoría absoluta. 

Un demóscopo de los que siempre han mantenido un nivel de acierto muy notable en sus previsiones y añade este cronista dos datos más: el primero, es realmente esperanzador y refleja que esta vez, el 19 de junio, la participación rebasará con una cierta holgura el 60 por ciento, muy por encima del registrado hace cuatro años. El segundo que, por lo que parece, la pertinaz campaña de Sánchez y sus aledaños contra la corrupción del PP no le está ofreciendo beneficios, antes bien, se le está volviendo en su contra como un boomerang, véase sin ir más lejos los descubrimientos que se están publicando sobre la financiación ilegal del PSOE valenciano. Las encuestas en esta comunidad están reflejando esta realidad: nadie compra ya las acusaciones de los socialistas.

Ahora mismo, lo que se cuece en el PSOE gubernamental son dos preocupaciones inmensas: el grado de batacazo que se puede meter el partido el 19 de este junio, y cómo reaccionar a una posible hecatombe, a un tanteo que no alcance el millón de votos y que, en consecuencia, se quede por debajo de los 30 escaños. Ahora tiene 33. 

La inquietud es tal que Moncloa ya ha impartido entre sus comensales de cabecera un argumentario para paliar, si se produce, el desastre que anticipan los sondeos. El tal argumentario hace hincapié en que las elecciones regionales de Andalucía no anticipan lo que pueden ser las generales y que, en todo caso, no va a haber anticipo de elecciones porque Sánchez las tiene «agendadas» para los últimos días de 2023. Esta es la consigna que, léanla, que están editando los medios afectos a la causa sanchista. Lo hacen, sin embargo, y se les nota, con la misma convicción que puede tener un equipo de regional preferente al enfrentarse al mítico Real Madrid. Cuando a estos propagandistas de la fe socialista se les recuerda que ya desde las primeras elecciones andaluzas, y tras el éxito de Rafael Escuredo, Felipe González afirmó que lo allí sucedido no era más que el embrión de lo que iba a ocurrir en España entera. González acertó de pleno.

Lo que sí es probable -y en esto coinciden los socialistas menos fanáticos- es que Sánchez, si pasa lo que se adelanta, procederá a quitarse el muerto de encima y a cortar cabezas. Empezará por la del aspirante Espadas y terminará, casi con certeza, a pedirle el sacrificio de la dimisión a la todavía ministra de Defensa, Margarita Robles, ya más incinerada que el cenicero de un bingo antiguo. 

El Partido Socialista está constatando que Pedro Sánchez no es un activo ya, sino una lacra. El emblemático mitin inicial de Dos Hermanas ha sido esta vez un fracaso de crítica y, sobre todo, de público. 

No asistieron ni siquiera 1.000 militantes de un partido que tiene en la provincia hispalense nada menos que 9.000 afiliados. Un desastre. 

Las denominadas, con exceso, baronías socialistas han comenzado a entrar en pánico porque una pérdida rotunda del poder andaluz podría acarrear el ejemplo en sus propios territorios, por ejemplo en la cercana Castilla-La Mancha donde su presidente, Emiliano García Page, no hace más que denunciar -por lo bajini, eso sí- la perniciosa presencia de los leninistas de Podemos en el Gobierno.

Estos días y coincidiendo con la reunión de la Alianza Atlántica en Madrid, un corresponsal extranjero me confesaba, con extremada prudencia esto. «Nos resulta muy difícil comprender que una parte del Ejecutivo que va a ser a finales de junio anfitrión de la Alianza Atlántica en Madrid, haga el vacío, boicotee con su ausencia a la cúpula de la Organización y que, además, anuncie una protesta activa contra los socios del propio Gobierno». 

No es mala la apreciación porque revela, en primer lugar, la opinión de verdad que se tiene en el mundo y, singularmente, en Europa, sobre la presencia de los aliados de Putin en el Gobierno de España, y, en segundo lugar, la poca o nula fiabilidad que se le concede en el extranjero a Sánchez y a su cohorte de ultraizquierdistas aprovechados.

Así que, por más que la propaganda oficial se centre de forma bochornosa en no reconocerlo, la fotografía de España de ahora mismo refleja que la situación política, económica, social e internacional es una perfecta calamidad por más que el PSOE trate de velarla. 

Fíjense hasta qué punto llegan las maniobras en la oscuridad de este Gobierno, que en el argumentario antedicho figura una mentira absolutamente descomunal; a saber, que fue Felipe González el firmante de la adhesión de España a la OTAN en mayo de 1982 precisamente la fecha que ahora mismo se está conmemorando. 

Calvo Sotelo y Rupérez

La especie tóxica ha tenido tanto éxito que incluso los medios artificialmente independientes, como una de los dos cadenas televisivas del duopolio, han repetido esta falsedad, sin mencionar ni una vez al auténtico forjador del ingreso de España en la Alianza; el presidente Leopoldo Calvo Sotelo. 

La mentira y la desfachatez ha negado la invitación a los actos de Madrid al primer embajador de España en la OTAN, Javier Rupérez. 

Todo es un conglomerado de falsedades y argucias barriobajeras con las que el Gobierno de Pedro Sánchez trata de disimular su enorme preocupación por un previsible batacazo electoral en Andalucía. Ese sería el deseado y mayoritario final para Sánchez. En todo caso, aviso a la navegación de cabotaje: un PSOE en campaña tiene más peligro que una piraña en un bidé. El partido acaba de empezar.