Elena Serrallé

Elena Serrallé


Cómo sobrevivir a las fiestas del pueblo

13/10/2021

Hoy puedo decir sin miedo a equivocarme que jamás he corrido una maratón (tampoco lo tengo en mente a corto/medio/largo plazo), pero conozco sobradamente la sensación que se vive después de haberlo hecho porque, queridos lectores, he sobrevivido a las fiestas de mi pueblo.
En Robledo se celebra el día de la patrona, nuestra Pilarica, y os puedo decir que lo hacemos a tumba abierta, sin filtros, como si no hubiera un mañana, sin mirar el reloj, simplemente guiándonos por la luz solar. Y como en todos los pueblos, no seleccionamos a qué eventos vamos y de cuáles prescindimos. Acudimos a todos, de tal manera que después del desayuno con churros, te haces un tattoo en el centro social, acto seguido te presentas al concurso de paellas, (a ver si te seleccionan como jurado y comes por la gorra) para a continuación acudir al festejo taurino. Después al teatro y terminas la gloriosa jornada bailando Paquito el Chocolatero o un perreo con tus amigos de la infancia y, ojo, toda esta agenda frenética sin volver a casa desde que partiste de ella.
A veces pienso que estaría bien que en cada acto nos pusieran un sello de asistencia y al final conseguir la compostelana (o la robledana) como si del camino de Santiago se tratara. 
No todo es positivo, qué va, después de esta gymkana festivalera, te espera la afonía durante una semana, las agujetas en la mano por haber sujetado un vaso cuatro días seguidos ininterrumpidamente y puré de paracetamol una larga temporada, pero que nos quiten lo bailao.
Y es que ser de pueblo mola mucho.