Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Líneas rojas

19/11/2022

Lo mejor que tiene el cruzar todas las líneas rojas es que siempre habrán más y mejores. Cuanto más te escandalizas procuras de nuevo armamento al hombre audaz. Rearmas al otro y te haces más y más pequeño, te religas en una moral pública como en una especie de talismán, alzas la voz ( sólo la voz) y crees que sería insoportable que el que cruzó las líneas rojas se empeñe en cruzar otras más sensibles. Cruzar la línea roja lo puede ser con doloso engaño, al amparo de la noche, esgrimiendo un misal de propaganda, de suerte que uno se levanta un lunes y se desayuna y conoce por el periódico o la radio, que algo va mal, que un manotazo nos despabila, y es entonces cuando atisbamos, de golpe, que se han cruzado líneas o límites que jamás creímos pudiera ocurrir -por cuanto la línea roja lleva ínsita la carga moral que la hace roja de veras. Lo vemos en Ucrania. Putin no cruzará la línea roja y no usará armas nucleares -pero yo no estoy tan seguro ( y creo que Putin lo sabe) y no pasaría gran cosa, en Siria gasearon poblaciones- otra línea roja cruzada- y el crimen de guerra, las fosas, violaciones, parecen como un horror descafeinado, es hora de negociar o de rebajar el encono que uno siente cuando tuvo la certeza de que se habían cruzado las líneas rojas. Pero hay algo admirable en cualquier ejemplo de ese traspasar. Es cruzar las líneas rojas a plena luz del día, con todo contento, autorizando el cruce en los mismos dictados que marcaron en rojo el hecho insoportable -y ya lo antaño marcado en rojo es asumible y ordinario, por cuanto hemos marcado nuevas líneas que de modo riguroso creemos que nadie traspasará-. Es admirable por lo índolentes y acomodaticios que somos, por nuestra moralidad de segunda mano y por cierta resignación que nos hace hombres paupérrimos. Siempre podremos usar nuestra creencia de que los límites últimos jamás serán traspasados -precisamente las líneas son de color rojo para que el resalte las haga inequívocas-. Y más allá de todas las líneas rojas está la gran línea roja -la que no necesita traza ni color-. Esa línea no conoce limitación. Es la línea absoluta. Un demonio.