Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Marañón

26/03/2022

Cada vez que iba a la Gran Vía, en Hellín, a la casa de mis suegros, Roberto y Marilola, me detenía en las obras completas de Gregorio Marañón, nueve tomos de la editorial Espasa-Calpe -un tesoro-. Roberto quiso que todo Marañón viajase a otra calle, la calle Melilla, en Albacete, donde hoy ocupan el frontal de nuestra biblioteca superior. De casa de mi padre, la de la calle del Cura, traje como acompañamiento la monumental Vida de Gregorio Marañón, de Taurus, que escribió Marino Gómez-Santos en 1971. El 14 de mayo de 1987, El País dedicó un monográfico en el primer centenario de su muerte -el acaso procuró que lo guardase yo en una carpetilla (yo que no guardo nada)- por un magnífico artículo de Domingo García Sabell, del que leía por entonces su Testimonio personal -en el monográfico estaba Laín Entralgo, del que habrá que hablar (y mucho) el día que se rescate del purgatorio político (que llegará)-. Marino Gómez Santos dedicó una serie de artículos a Marañón, a la manera del observador, en un modo sugestivo que iba más allá de la entrevista y como la literatura tiene estas cosas, hace bien poco en una librería de viejo, me hice con el libro de Gómez Santos, de 1958, Diálogos españoles, artículos seriados, además del de Marañón, los que dedicó a Domingo Ortega, Cela y Azorín. Marañón habla mucho de Cajal y del poco tiempo para dormir -creo que ya escribí sobre este plural-. Marañón le confiesa a Gómez Santos que duerme solamente cinco horas -«los que digan que necesitan más horas para dormir no tienen razón. Es un pretexto de holgazanes. En España se come demasiado y se duerme también demasiado»-. Se le puede perdonar a don Gregorio su medida del dormir por haber pasado hambre en sus inicios, pero ya había viajado a Las Hurdes con Alfonso XIII -aunque es cierto que Primo de Rivera lo encarceló un tiempo y no debió comer demasiado en prisión-. Cuando González Ruano (César saldrá del purgatorio aunque más tarde que Laín) fue encarcelado en París, Marañón le envió un paquete con pan de higo y unos dulces, además de un libro de poesía. Ruano lo cuenta en sus Memorias. Tengo a todo Marañón en espera. Valdrá la pena hurtarle algún tiempo al sueño.