Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Ahora toca prudencia

07/05/2021

Con cada intento de desescalada ha quedado claro lo que nos gusta hacer gala de esa cercanía que tenemos impresa en nuestro ADN. Las relaciones sociales en la calle, el abrazo fácil, la palmada en la espalda, los besos... Cultura de un pueblo mediterráneo, caliente. Pero también ha quedado claro que nos dan la mano y cogemos el brazo. No es de extrañar que muchas comunidades autónomas, de la orientación política que sea, hayan puesto sobre la mesa del Ministerio de Sanidad esta semana su preocupación ante la finalización del estado de alarma decretado por el Gobierno de España. Un estado de alarma sin el que las comunidades autónomas pierden el amparo legal para poder restringir la movilidad de sus ciudadanos, con el único objetivo de contener la propagación del coronavirus. Como digo, ha quedado claro con cada intento de desescalada, y demostrado después con la consiguiente ola de contagios.
Castilla-La Mancha siempre ha pedido homogeneidad en las medidas, unidad de acción, restricciones similares en territorios colindantes para no marear a los ciudadanos. Incluso llegó a pedir un mes más de estado de alarma. Y esta ‘retirada’ de la tutela del Estado, dejándola en manos de los tribunales superiores de justicia autonómicos, abre la puerta no ya a un dudoso modelo de «cogobernanza», más bien a un modelo de descoordinación. Ahora, vaya por delante que si el Ejecutivo nacional hubiera decidido prorrogar el estado de alarma también hubieran surgido voces crispadas asegurando que Pedro Sánchez quiere seguir teniendo secuestrada a la población, eso no lo duden. Ya saben que «nunca llueve a gusto de todos». Que para eso también somos muy cálidos.
El presidente del Gobierno, Emiliano García-Page, informó ayer de que Castilla-La Mancha ya ha pedido informes jurídicos al Consejo Consultivo para ver qué medidas se pueden tomar, ante la «difícil» perspectiva de poder mantener si quiera el toque de queda para evitar, por ejemplo, botellones. El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, quiso ayer tranquilizar a las comunidades autónomas asegurando que disponen del «arsenal jurídico suficiente» para afrontar la pandemia. Pero a la vez se vio obligado a confiar en la «responsabilidad ciudadana» a partir de ese momento.
El caso es que desde este domingo volveremos a ser «libres» para poder movernos sin justificante –aunque todos tenemos a «un amigo» o «un conocido» que no le ha importado siquiera tenerlo para cambiar de región–, con un matiz que a veces se nos olvida: que el estado de alarma se irá, pero el virus sigue ahí. Que se podrá volver a ir a Madrid, a Valencia, a Murcia, a Castilla y León o a Extremadura sin tener que dar cuentas, pero que el virus también nos estará esperando en cada uno de estos destinos. Así que una vez más toca llamar a la responsabilidad, la individual y la colectiva, para que este nuevo intento de desescalada no nos arruine el plan de vacunación, o si quieren ser más egoístas, el plan del verano. Que si nos dan la mano, que cojamos solo la mano y no el brazo con toda temeridad.