Del verde al negro

I.M
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Tras sofocar el fuego toca investigar, determinar qué partes son las más afectadas, quitar la madera quemada, limpiar, vigilar la erosión y evitar sus efectos, reforestar o dejar que la naturaleza actúe

Un incendio puede deberse a un rayo, a una negligencia o a un accidente, puede ser intencionado o puede ser por causas desconocidas. - Foto: Rubén Serrallé

La gravedad de un incendio se mide en cuatro niveles según el riesgo que entrañe tanto para la masa forestal como para los bienes o las personas. Están el nivel cero,  el uno, el dos y el tres,  siendo a partir del uno  cuando se puede solicitar si fuese necesaria la participación de la Unidad Militar  de Emergencias y siendo en el tres cuando se considera que está en peligro el interés nacional.  Un incendio puede deberse a un rayo, a una negligencia  o a un accidente, pero también puede deberse a causas desconocidas o por el contrario, ser intencionado o simplemente ser una reproducción de un incendio anterior. 
En cuanto a su extensión, hay que diferenciar entre conatos e incendios y dentro de los segundos los hay más grandes y  más pequeños,  al igual que hay zonas de la provincia más afectadas que otras.  Así, si echamos una vista a los últimos 24 años, cabe decir que en el decenio que va entre 1996 y 2005, los municipios que más sufrieron  incendios forestales, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación,  fueron Hellín con 93 siniestros, Yeste con 64 y Letur con 47 y dentro de los siniestros que hubo en esos años destacar las 1.560 hectáreas,  todas ellas forestales, que ardieron en agosto del 2000  en Liétor por un fuego causado por un rayo, o las 1.806 hectáreas igualmente todas ellas  forestales que ardieron también en agosto en Almansa en un fuego intencionado.  En el siguiente decenio,  el que va del 2006 al 2015, los  municipios que sufrieron más incendios fueron, según el citado Ministerio, Hellín con 106, Tobarra con 78 y Yeste con 48, destacando el incendio que tuvo lugar en julio del 2012, de origen intencionado y que, con inicio en la pedanía de Mingogil, arrasó 5.466 hectáreas de bosque en la Sierra de los Donceles en Hellín. 
Y ya del 2016 al presente año,  si hay un fuego que sobresale por su superficie afectada ese es el de julio del 2017 y sus  3.074,47 hectáreas forestales quemadas entre Yeste y Molinicos.  Ocasionado al parecer por una negligencia y declarado hasta de nivel dos con aldeas desalojadas y cientos de vecinos desplazados, llegó incluso a afectar al Parque Natural de los Calares del Río Mundo, dándose, además, la casualidad de que en 1994  Yeste había sufrido el mayor incendio que se recuerda y que  se llevó por delante casi 12.000 hectáreas .

 Una vez  sofocados estos fuegos tocará  establecer la correspondiente estrategia de recuperación, habrá que definir y determinar que zona es la que ha sufrido los mayores perjuicios o requiere de una mayor actuación frente a la erosión, y luego ya  vendrá su  limpieza,  la retirada de la madera quemada, el aprovechamiento forestal,  la actuación sobre el medio natural, la reparación de otros daños y la investigación.

 

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