La gravedad de un incendio se mide en cuatro niveles según el riesgo que entrañe tanto para la masa forestal como para los bienes o las personas. Están el nivel cero, el uno, el dos y el tres, siendo a partir del uno cuando se puede solicitar si fuese necesaria la participación de la Unidad Militar de Emergencias y siendo en el tres cuando se considera que está en peligro el interés nacional. Un incendio puede deberse a un rayo, a una negligencia o a un accidente, pero también puede deberse a causas desconocidas o por el contrario, ser intencionado o simplemente ser una reproducción de un incendio anterior.
En cuanto a su extensión, hay que diferenciar entre conatos e incendios y dentro de los segundos los hay más grandes y más pequeños, al igual que hay zonas de la provincia más afectadas que otras. Así, si echamos una vista a los últimos 24 años, cabe decir que en el decenio que va entre 1996 y 2005, los municipios que más sufrieron incendios forestales, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, fueron Hellín con 93 siniestros, Yeste con 64 y Letur con 47 y dentro de los siniestros que hubo en esos años destacar las 1.560 hectáreas, todas ellas forestales, que ardieron en agosto del 2000 en Liétor por un fuego causado por un rayo, o las 1.806 hectáreas igualmente todas ellas forestales que ardieron también en agosto en Almansa en un fuego intencionado. En el siguiente decenio, el que va del 2006 al 2015, los municipios que sufrieron más incendios fueron, según el citado Ministerio, Hellín con 106, Tobarra con 78 y Yeste con 48, destacando el incendio que tuvo lugar en julio del 2012, de origen intencionado y que, con inicio en la pedanía de Mingogil, arrasó 5.466 hectáreas de bosque en la Sierra de los Donceles en Hellín.
Y ya del 2016 al presente año, si hay un fuego que sobresale por su superficie afectada ese es el de julio del 2017 y sus 3.074,47 hectáreas forestales quemadas entre Yeste y Molinicos. Ocasionado al parecer por una negligencia y declarado hasta de nivel dos con aldeas desalojadas y cientos de vecinos desplazados, llegó incluso a afectar al Parque Natural de los Calares del Río Mundo, dándose, además, la casualidad de que en 1994 Yeste había sufrido el mayor incendio que se recuerda y que se llevó por delante casi 12.000 hectáreas .
Una vez sofocados estos fuegos tocará establecer la correspondiente estrategia de recuperación, habrá que definir y determinar que zona es la que ha sufrido los mayores perjuicios o requiere de una mayor actuación frente a la erosión, y luego ya vendrá su limpieza, la retirada de la madera quemada, el aprovechamiento forestal, la actuación sobre el medio natural, la reparación de otros daños y la investigación.
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