Este fin de semana pasado he vivido practicamente en el Teatro de La Paz, porque se celebraba la muestra de teatro aficionado que organiza Diputación. Poseo el auténtico privilegio de pertenecer a los dos grupos que representaron el viernes y el sábado, esto es, El Otrosí, del Colegio de la Abogacía, y La Galera, de mi pueblo, Robledo.
Quien me conoce sabe de mi pasión por el teatro y lo que disfruto pisando tablas, pero hoy los tiros no van por ahí, hoy los disparos en forma de agradecimiento infinito a todas las personas que, de un modo maravillosamente altruista, nos regalaron su tiempo y su talento ayundado a los dos elencos en maquillaje, peluquería y fotografía. Personas generosas. Personas amigas. Personas discretas. Personas vitamina.
Todas ellas dispuestas siempre, y cuando digo siempre, soy consciente de la magnitud del término. Apoyo incondicional. «A tó que sí».
Así que lo menos que yo, en mi propio nombre y en nombre del resto de ambos elencos, puedo hacer es permitirme el lujo de usar este megáfono para mostrar nuestro más sincero agradecimiento.
Todos queremos cerca, muy cerca, gente así, gente que te obsequia con su compañía y buen hacer, con su ilusión y su hombro amigo. Gente auténtica, que te coge de la mano y te lo pone fácil, que te hace reír, que te abraza antes de salir al escenario y se le llena la boca deseándote «mucha mierda».
A ese tipo de personas los deberían recetar como tratamiento porque es increíble la facilidad que tienen para hacer sentir bien a los demás. Buenas personas se llaman.