Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Un capote al Cotolengo

02/11/2021

El toreo ha sido siempre solidario, aportando una gran función social. La tauromaquia, como recuerda el enciclopédico Rafael Cabrera, ha sostenido desde hospitales públicos hasta casas de misericordia y a compañeros desvalidos. Sin olvidar ese fenómeno que se produjo a lo largo de los siglos XVI al XIX, merced al cual distintas cofradías, hermandades y gremios conseguían recaudar fondos a través de la organización de festejos taurinos populares. En Albacete he asistido a varios: la tradicional Corrida de Asprona, festivales por el Asilo, por la familia del malogrado Manuel Montoya, por el mismísimo Albacete Balompié, por los damnificados de las graves inundaciones levantinas de 1982 o este tradicional del Cotolengo.  Hoy en día, las ONG de esta España interesadamente destaurinizada, suelen huir, como de la peste, de los fondos recaudados por el toreo. Allá ellos. Como decía la Madre Teresa de Calcuta, "yo no miro de dónde viene un dólar, porque les da de comer". El próximo domingo 7 a las 12 horas, regresa el Festival del Cotolengo, organizado por el Ayuntamiento, y con un plantel albacetense: Serrano, Pinar, Marín, Carretero, Palacios, Tendero y el novillero Monteagudo. Me emociona ver entre la relación de ganaderías que donarán un astado, a la de Sonia González, hija del maestro Dámaso González, impulsor del festival del Cotolengo. La foto histórica de este festejo siempre será el abrazo entre Dámaso y la madre María, muchos años ella al frente de la admirable institución del Cotolengo de Albacete. Previamente al festejo, este viernes y sábado y en la puerta grande de nuestra plaza, la Plataforma taurina de albacetenses "También somos Cultura", con el impulso inicial del tocayo director de este diario y el apoyo de varias asociaciones como Amithe, recogerá alimentos de los albacetenses para llevarlos al admirable Cotolengo. Antes de morir la madre María, 'alma' de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón, me enseñó las instalaciones y el trabajo impagable con los más desamparados de las hermanas y voluntarios. Pero sobre todo me impresionó ver la larga fila formada en la entrada de personas sin recursos para comer, incluidos niños. El toreo, una vez más, echará su capote de solidaridad al Cotolengo.