Aurelio Martín

LA COLUMNA

Aurelio Martín

Periodista


Pierde la banca

14/02/2022

Aunque todas las previsiones llevaban a que los excesivos procesos de digitalización de los servicios bancarios, con el fin de ahorrarse gastos de personal principalmente, ante márgenes más bajos en sus productos tradicionales, la realidad es que han sido frenados por el arranque y la persistencia de un hombre de 78 años, Carlos San Juan de la Orden, que ha vencido en esta batalla por un trato más humano en las sucursales bancarias.
Mientras que muchos municipios reciben la visita de autobuses especiales donde se pueden llevar a cabo operaciones en días señalados, como actualizar la cartilla o sacar dinero, lo que a diario no se puede hacer porque no solo no existe oficina sino que tampoco se mantiene un triste cajero, la mayoría de las entidades habían reducido al máximo la atención personal haciendo muy difícil el manejo de la tecnología para personas mayores, fundamentalmente, pese a tener un vínculo muy estrecho con ellas, como es la custodia y el negocio con su dinero.
Largas colas en la calle, imposibilidad de ser atenidos personalmente o cajeros difíciles de manejar eran las constantes en el día a día de miles de personas que vivían desesperadas con la situación, incluso, lo exteriorizaban ante cualquier empleado cuando tenían la primera ocasión. 
En Carlos San Juan, que superó las 600.000 firmas en la plataforma change.org, estaban representados muchos clientes que eran víctimas de un trato injusto, incluso inhumano, como él mismo explicaba: «Muchas personas mayores están solas y no tienen a nadie que les ayude, y otras muchas, como yo, queremos poder seguir siendo lo más independientes posibles también a nuestra edad», explicaba en su petición, encabezada con el texto Soy mayor no idiota, tras lamentar que las llamadas para pedir cita previa tampoco eran contestadas. 
No se sabe si por casualidad o por habilidad, la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, se topó con este David frente Goliat, cuando se disponía a entregar las firmas. Ella aprovechó para anunciarle, que en este mismo mes se ofrecerá un catálogo «eficiente» de medidas que fomenten la inclusión financiera de todos. 
Ahora falta que también las grandes compañías de telecomunicaciones que reciben fondos europeos para la extensión de la fibra óptica, dejen de pensar en sus extraordinarios beneficios comerciales y empleen y doten de un buen servicio a quien aún carece de internet en la parte más vaciada de España. 
Ávidas para llevar a cabo mercadotecnia, a cualquier hora del día, por si acaso le roban algún cliente a la competencia, deberían aplicar con más ahínco la responsabilidad social corporativa, la ética. Y que esto no se confunda con dictaduras de izquierda, sino con el respeto a las personas, que son quienes deben de estar en el blanco de las políticas. 

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