Manos a la obra

Sara Borondo (SPC)
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El conocido universo de Square Enix se centra en la reconstrucción al más puro estilo Minecraft

La serie Dragon Quest es una de las más queridas en los juegos de rol. A España tardó un poco en llegar (el primer título que salió fue Dragon Quest VIII en 2006), pero en Japón tiene más de 30 años de exitosa historia, hasta el punto de que el absentismo laboral y escolar que se produjo coincidiendo con el lanzamiento de Dragon Quest III, en 1988 llevó a la Ley Dragon Quest, que dictamina que los juegos de la serie deben salir a la venta en fines de semana o festivos, ya que el país se paralizaba para seguir las aventuras creadas por el que quizás sea el triunvirato más potente del videojuego: Yuuji Horii en el diseño de juego, Koishi Sugiyama componiendo canciones inolvidables y los dibujos de Akira Toriyama. 

Hace tres años la serie lanzó un spin off, Dragon Quest Builders, en el que se mantenía el componente de rol, pero se centraba más en la construcción, aprovechando la estela de bloques que Minecraft había dejado en su camino hacia el estrellato. Los gólem, limos y demás personajes del universo de Dragon Quest pasaron sin problemas a formar parte de un mundo compuesto de piezas cúbicas que picar y del que extraer todo tipo de materiales para crear múltiples objetos. 

Ahora llega a PS4 y Switch el segundo juego de esta nueva serie y tiene una historia más reforzada que en el primero. En esta ocasión, hay que luchar contra los Hijos de Hargon, una secta que quiere acabar con todos los creadores y ha prohibido que nadie construya, cocine o cree objetos. Hay también un componente de supervivencia (algo que también lo acerca a Minecraft) ya que hay que estar alimentado y construir un refugio para no caer ante los monstruos que surgen por la noche. 

El jugador es un creador que ha logrado escapar y que huye para acabar en la isla del Despertar, donde se encuentra con Malroth, un misterioso joven amnésico (el personaje sin memoria es todo un clásico del rol japonés, sobre todo en Dragon Quest) que acompañará al protagonista mientras este reconstruye la isla. El combate pasa a un segundo lugar y la misión consiste en recoger las distintas misiones e ir completando objetivos, fabricando, construyendo y decorando sin prisa, pero sin pausa, y ayudado por los vecinos del pueblo en ocasiones y por Malroth cuando llegue el momento de luchar. 

El multijugador es para cuatro personas, de forma que podremos invitar a hasta tres amigos para construir en la isla del Despertar, lo que no afectará a la historia principal y, en solitario, el protagonista se encargará de revitalizar las demás islas y volverá a la Isla del Despertar con nuevos personajes. 

Lejos de perder la personalidad de la serie de la que nace, Dragon Quest Builders 2 extrae de Minecraft algunos elementos que calaron hondo en los jugadores más jóvenes hace 10 años y los reinterpreta dentro de su propio universo, lo que lo convierte en un multimedia con personalidad propia, con una historia entretenida que ocupa decenas de horas de contenido en la combinación de rol y construcción.