«En todos los relatos aparece algún tipo de ofrenda»

A.D.
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Ana Martínez Castillo acaba de publicar su último libro de relatos, Ofrendas, con prólogo de David Roas. La autora comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de esta obra, que aparece en la colección Narrativas de lo insólito, de Eolas

Ana Martínez Castillo. - Foto: Rubén Serrallé

Ana Martínez Castillo  acaba de publicar su último libro de relatos, Ofrendas, con prólogo de David Roas.  La autora comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de esta obra, que aparece en la colección Narrativas de lo insólito, de Eolas Ediciones y ya está en todas las librerías.

¿Por qué ese título, Ofrendas?

Un poco por la temática que une a todos los relatos. Tienen en común el sentimiento religioso, dioses primitivos, el más allá, las almas y, de alguna forma, en todos  los relatos aparece algún tipo de ofrenda que se da a esos dioses. O bien el personaje es dado como ofrenda o siempre aparecen de alguna manera. También  hace referencia el título a los significados que van asociados al concepto de ofrenda, que es como muy religioso. 

¿Unen todos los relatos esas ofrendas?

Todos los cuentos son del género fantástico, de terror, lo que podemos llamar narrativa inquietante y tienen en común esas ofrendas. En uno de los relatos aparece un conejo gigante, en un corral, un dios primigenio, al estilo Lovecraft, entonces los personajes tienen que ofrecerle carne humana. También tenemos la historia de una chica que sufre un accidente dentro de una casa donde hay un dios de los huecos y tiene que rendirle culto. De alguna forma, el concepto ofrenda aparece en todos los relatos. 

¿Cuántos incluye?

Tenemos ocho relatos, más o menos, de la misma extensión, parecido en este sentido a mi anterior libro, Reliquias. 

Reliquias y Ofrendas...

Son totalmente independientes, pero ambos volúmenes exploran los miedos que el ser humano tiene dentro de sí, el concepto del monstruo, de aquello que está por encima de él; venían en relación las reliquias y las ofrendas.  

¿Escrito durante el período de confinamiento?

No. Estaba escrito antes. Realmente, en la pandemia no escribí prácticamente nada. Después de la pandemia sí empecé a moverlo y lo edita Eolas Ediciones, igual que Reliquias, que tiene la colección Narrativas de lo insólito, Las puertas de lo posible, que la lleva Natalia Álvarez, de la Universidad de León y publican este tipo de narrativas vinculadas con lo insólito, con lo siniestro e inquietantes, con prólogo de David Roas, que es un estudioso de ese tipo de literatura. 

¿Por qué es tan atractivo este género?

Es lo que más me emociona.  Me gusta la exploración de los miedos y se puede entender la realidad saliendo de ella, utilizando el miedo, lo fantástico e insólito como metáfora de lo que sucede. Todos tenemos un lado oscuro y la parte negativa está muy presente y hay que explorarla también en la literatura. Viene muy bien este tipo de género de terror,  de lo insólito. Todos tenemos una parte débil, de aquello que nos asusta y explorarla es una forma de acercarse a uno mismo.

Además de estos dioses antiguos, ¿se fija en las creencias actuales?

Sí, hay un poco de todo. Tenemos un relato que se llama Llena eres de gracia, sobre las apariciones marianas y otro, Cinco, sobre una niña que tiene un trastorno obsesivo-compulsivo y tiene que repetir las mismas pautas todos los días, en todo momento,  para que todo salga bien. En realidad son cuentos con un trasfondo realista, el personaje podría ser cualquiera de nosotros, al que le sobreviene  algo que se sale de lo normal, cuando se produce el efecto inquietante, cuando lo extraño entra en la realidad. 

¿Habrá presentación?

Vamos a esperar, a lo mejor para otoño, porque tampoco hay que tener tanta prisa.  

¿El próximo libro, será un poemario?

Bueno, ahora mismo estoy escribiendo otro libro de relatos y tengo dos poemarios inéditos, que tendré que mover en algún momento. Voy oscilando entre narrativa y poesía. Como hace poso salió De lo terrible, en Chamán, que era poesía, ahora este, Ofrendas, dejaremos que pase un poco el tiempo, para ver por qué me decido.