La deuda histórica del agua

José Iván Suárez
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Las obras hidráulicas en la provincia de Albacete atravesaron dictaduras, democracias y siempre hicieron correr ríos de tinta.

Imagen de la inauguración del pantano de Camarillas. - Foto: Ahora

Agua: elemento de la discordia. Líquido fundamental que bien agitado humedece regularmente la agenda política. Una fortuna insípida e incolora que lleva siglos provocando choque de intereses, conflictos, tristezas. Escuchemos su rumor: «Yo vi la salida de algunas familias por los caminos de herradura, las madres lloraban, los hombres maldecían, crispando temblorosos sus toscos puños y la caravana se alejó de aquel pueblo, sumido en un silencio de muerte. Hace un año, una de las familias fue expatriada forzosa a Barcelona, por miseria, el padre, muy enfermo ha muerto». Esto lo narraba Antonio Ontalba, el 15 de enero de 1932, en el diario albaceteño Hoy, mientras se lamentaba de que la construcción del pantano del Talave hubiera provocado la emigración «vergonzosa» de muchas familias de Liétor. 

Aunque ahora nos suene muy cerca, la lucha por el agua viene de muy lejos. En 2013, Joaquín Gil López publicó en el IEA el detallado libro El conflicto del agua en la cuenca del Segura, utilización de la influencia política. En este elaborado estudio de más de seiscientas páginas, el autor repasa una problemática centenaria y resume con acierto: «El enfrentamiento entre regiones por el aprovechamiento del agua no nace con el trasvase desde el Tajo, que es una obra relativamente reciente, diseñada en 1933 pero construida a finales de los años sesenta. Se remonta más allá del siglo XVIII, cuando el desarrollo de la agricultura era todavía muy deficiente y las plantaciones de moreras, para satisfacer las necesidades de la cría de gusanos de seda, ocupaban una importante superficie. El estudio de los conflictos demuestra que estos no sólo se circunscribían al trasvase de agua entre cuencas, sino que durante los siglos XIX y XX ya existió una pugna entre comarcas para conseguir una mayor disponibilidad de agua, como recurso productivo fundamental para su desarrollo económico». 

Y en medio de esta guerra generalizada, Albacete siempre ha salido perdiendo contra los vecinos ricos, Murcia y Alicante. Las terribles inundaciones del 15 de octubre de 1879 en la región murciana fueron el detonante para la redacción del Plan de Defensa. En este trabajo se contemplaba la construcción de seis pantanos para evitar los daños causados por este tipo de catástrofes. A finales del siglo XIX comenzaron a sonar los nombres del Talave, Tus, Vizcaínos o Taibilla. Y la prensa ya desvelaba abiertamente que el interés en la construcción de estos embalses no solo se basaba en evitar desgracias. El Heraldo de Murcia publicaba en abril de 1899: «Tienen algunos de estos pantanos por objeto asegurar las aguas necesarias para los riegos de las huertas de Murcia, Orihuela y demás pueblos de la región baja del Segura». Tras el primer año de funcionamiento del Talave, en 1919, se intensificó otro plan, el de aprovechamiento integral del Río Segura. La rentabilidad había sido tanta con el embalsamiento de agua que proporcionaron a Cieza y Murcia ganancias de entre 10 y 12 millones de pesetas. 

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