Si no fuera un dicho tan franquista, al polifacético intelectual -profesor y catedrático universitario, economista, diplomático, investigador e historiador- de raíces rodenses Ángel Viñas Martín, se le podría definir como inasequible al desaliento sobre todo como historiador. Porque, a pesar de sus 81 lúcidas primaveras, continúa escribiendo libros con una increíble regularidad y frecuencia que va más allá de uno por año. Así, sin contar otro enorme número sobre diversos asuntos como economía, diplomacia y comercio, lleva acumulados más de una treintena, incluyendo su legendaria trilogía sobre la República. Y desde el pasado miércoles suma su nueva obra, Castigar a los rojos, con prólogo de Baltasar Garzón, editada por Planeta dentro de su sección Crítica, que será presentada en Madrid ya cuando acabe el verano.  
En principio, cual admite con su habitual humildad, la idea no fue suya, sino que este libro, cuya autoría comparte con otros dos especialistas en el franquismo, Guillermo Portilla y Francisco Espinosa, sino de este último, quien le motivó al enviarle el documento base que forma parte esencial del mismo. Después se les unió Portilla, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Jaén y experto en la época franquista. «Solicitamos al juez Garzón que nos hiciera el honor de escribir un prólogo en atención a su denodada lucha en favor de la imprescriptibilidad de cierto tipo de delitos cometidos en la Guerra Civil y la dictadura de Franco». Este Castigar a los rojos se centra en el fiscal Felipe Acedo Colunga, que tuvo un papel principal en la depuración de la guerra civil, y durante muchos de los años posteriores ya en la dictadura, de todos los colectivos fieles a la República, siendo el nefasto creador de las medidas propagandísticas y penales, inventando un plan sobre llevar a cabo la depuración de todos los colectivos rojos, «por supuesto», especifica Viñas, «desde los clásicos postulados tradicionalistas, ultracatólicos y totalitarios», y siendo inflexible con los defensores de la Constitución de 1931. Para ello el trío de autores acudieron a diversos archivos, esencialmente al General Militar de Segovia y al Territorial Militar Segundo de Sevilla, que están abiertos para el período que les interesó.

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