José Juan Morcillo

José Juan Morcillo


¡Pitas, pitas!

12/08/2020

Teníamos un corral de gallinas en la casa de campo en la que vivíamos a las afueras de la ciudad, una parcela con dos pozos porque no llegaba el agua corriente de la capital y de los que a veces salía un agua marrón y espesa como el amasado que yo preparaba todos los días para dar de comer a las gallinas y al gallo. Algunos días, mi madre me ordenaba -antes, los padres ordenaban, no pedían- que les llevase sobras de nuestra comida: trozos de pan duro, hojas feas de lechuga, culos de tomate, incluso la carne que seguía adherida al hueso del muslo de un pollo que horas antes correteaba y cacareaba entre sus parientes. Cuando entraba en el corral se me asustaban las aves temiendo que me llevase a alguna de ellas a la cocina, pero cuando me oían decir «pitas, pitas» se me acercaban confiadas y hambrientas, y me rodeaban con tanto ímpetu que tenía que apartarlas con el pie para no pisarlas. Aquello, siendo yo tan niño, me hacía sentir importante, con poder: era el amo que alimentaba a aquellos seres, y me regodeaba en esa sensación cuando me agachaba para que comiesen de mi mano, todas -menos el gallo- acercándose a la vez, moviendo la cabeza a un lado y a otro con desconfianza mientras se reunían alrededor de mí, mirándome desde sus lentejitas humedecidas por el ansia de alimentarse, tomando finalmente de mi mano el escaso maná con sus picos romos y desgastados.
A algunos famosos del mundo de la cultura, cuando les apetece que sus seguidores acérrimos les cacareen un rato, les da por escribir en sus redes sociales una gallitada, un comentario irrelevante y soso como el amasado que de pequeño llevaba yo a mi corral. Los avechuchos no tardan en contestar al «pitas, pitas» del patrón para ser de los primeros en rodearlo y en retuitear y comentar las cascarillas que este ha puesto sobre la palma de su mano.
Raro es el amo que no sufre algún que otro picotazo doloroso en su propio corral de gallinas nerviosas o hambrientas de protagonismo. Pero es a lo que uno se expone si quiere luego recoger unos huevos grandes y sabrosos para una deliciosa tortilla de patatas, huevos con sabor a campo, a corral.