Urkullu y Feijóo miran de reojo a Cataluña

J.M.F.
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El adelanto electoral anunciado por Torra en la región mediterránea, que se espera para junio, ha impulsado que los presidentes de Galicia y País Vasco decidan convocar también sus comicios por anticipado

Urkullu y Feijóo miran de reojo a Cataluña - Foto: Lavandeira jr

Hace años, ocho concretamente, decía a este periodista el magnífico actor gallego Luis Tosar: "Fíjate qué listo es Feijóo. Ha adelantado casi un año las elecciones en mi tierra porque sabe que ahora las gana viendo cómo están los demás". Era la IX Legislatura y acertó de pleno el protagonista de Celda 211. Mayoría absoluta, la segunda de tres que lleva en su currículum este orensano de 58 septiembres que muchos veían como el sucesor de Rajoy.

El pasado lunes, horas después de que se supiera lo que era un secreto a voces, que el lendakari Íñigo Urkullu adelantaba los comicios regionales, al próximo 5 de abril, en vez de agotar la legislatura en octubre, su homólogo gallego, Alberto Núñez Feijóo, daba la gran sorpresa: él también.

Los motivos son muy diferentes: quiere pillar a contrapié al resto de formaciones, en especial a las que le pueden hacer más daño, Vox y Ciudadanos.

Por un lado, y a pesar de los espectaculares resultados cosechados el 10-N en la Comunidad, los de Santiago Abascal tienen un serio problema, un vacío de poder que no evita ni la tía del presidente de Vox, Begoña Conde, que por poco no salió como diputada en Orense. "Ella vive en Bilbao, pero se deja ver por aquí para figurar. En la sombra dirige la gestora de esta provincia, pero muy mal, la verdad", sostiene un militante que prefiere ampararse en el anonimato.

Y es que, según esta fuente y los medios locales, las gestoras no responden. "Tras el triunfo en las generales, los de Madrid se despreocuparon totalmente de nosotros, y está el partido hecho unos zorros". Puede que tenga razón, ya que en pocos meses se ha desinflado en las encuestas, por mucho que juren que van a entrar en el Parlamento gallego con siete diputados. Si lo logran, el líder popular tendría que sentarse con ellos. O quizás no, porque eso podría querer decir que hubo tal sangría de votos por el flanco derecho del PP que se quedó cojo, perdiendo así por primera vez en la tierra que le vio nacer.

Y ahí entra en juego otro factor: Cataluña. El popular no quiere que se repita lo que sucedió en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018, cuando la formación derechista irrumpió con fuerza gracias a lo que estaba sucediendo en la región mediterránea. Lo mismo pasó el 10-N. Por eso mismo, le interesa mucho al conservador que el clima allí no se radicalice, y eso podría pasar si su cita con las urnas fuera posterior a la de Quim Torra, que aún no ha dado fecha.

 

Del naranja al negro

Caso distinto es el de Ciudadanos, un partido en caída libre en Galicia. Muy lejos quedan ya los días en los que Marta Rivera de la Cruz y Beatriz Pino hicieron historia al sacar sus actas de congresistas. Eso fue en abril, una eternidad. Ahora, esta última, brazo derecho de Albert Rivera, y el jefe de Organización, Laureano Bermejo, libran batallas internas que han desembocado, en algunos casos, en el éxodo de dirigentes naranjas al bloque Contigo Somos Democracia.

Por eso, por mucho que se empeñe la portavoz de Cs y de momento única candidata a liderar el bloque -lo haría el 15 de marzo, algo tarde-, Inés Arrimadas, el no es no de Feijóo es rotundo. Y es que ya lo dice el aforismo jurídico: Nemo dat quod non habet. Nadie da lo que no tiene, y los liberales no tienen, a día de hoy, ni posiblemente en abril, mucho que ofrecer. "Ustedes no miran por el interés general", reprochó la jerezana esta semana a Génova.

Para más inri, el presidente de la Xunta mandó otro recado a sus posibles aliados: "Vamos a por la mayoría absoluta; contamos con los votos de Ciudadanos". Esta frase no debió de gustar nada a los liberales, que no se terminan de recuperar del shock del hundimiento del pasado 10 de noviembre.

Tampoco es que esté la izquierda para tirar cohetes, y eso bien lo sabe este gran estratega que lleva 11 años presidiendo la Xunta de Galicia. Podemos está en horas bajas como prueban las Alcaldías que perdieron en los comicios municipales de mayo de 2019. En Marea no tiene visos de volver con los morados, que no quieren que les deje Anova, mientras el BNG se relame porque huele sangre y porque su peculiar diputado en el Congreso de los Diputados, el maestro de las redes sociales y las camisetas reivindicativas Néstor Rego, les ha dado mucha visibilidad.

El PSdeG, única alternativa a Feijóo el Domingo de Ramos, sigue su particular vía crucis con una soterrada guerra civil. Su líder, Gonzalo Caballero, lucha contra su tío, Abel Caballero, alcalde de Vigo, ya le venció no hace mucho, pero el histórico tiene mucha influencia, y el conflicto tiene mucho de personal más que político.

No obstante, Pedro Sánchez puede dormir muy tranquilo en este sentido porque sabe que sus aliados están muy contentos con él y saben que las concesiones que les hizo en enero pueden aumentar si precisan de sus apoyos el lunes 6 de abril. Por eso, a nadie le debería extrañar si hay un crisol de partidos en Santiago, como ya sucedió en la etapa del progresista Emilio Pérez Toruriño.

 

Optimismo moderado

Así pues, los comicios gallegos se presentan, sencillamente, apasionantes, ya que a Alberto Núñez Feijóo solo le vale ganar por mayoría absoluta, dado que ni Vox ni Ciudadanos son rivales. Ya lo dijo Inés Arrimadas el pasado miércoles: "Que tenga mucho cuidado porque por un escaño se decide todo". De todas formas, el actual presidente de la Xunta es muy listo y ha sabido adelantar las elecciones cogiendo al resto de partidos con el pie cambiado. Es un animal político que juega siempre muy bien sus cartas y tiene motivos para ser optimista, por mucho que luego lo niegue y dé una respuesta muy gallega.

 

País Vasco

Lo dejó caer Urkullu la semana pasada, que habría un adelanto electoral, pero no terminaba de dar una fecha. Era, sin duda, un globo sonda. De todos es conocido que Sabin Etxea -sede central del PNV- cuenta con muchos recursos, y a nadie extrañaría que tras esa declaración, hicieran unos trackings; sondeos a escala pequeña pero muy, muy fiables. Posiblemente, influyeran en la decisión final.   
Los argumentos que dio el pasado lunes este vizcaíno de 58 años, la misma edad que Núñez Feijóo, versaban en que la sociedad vasca se iba a ahorrar medio año porque "la campaña electoral duraría seis o siete meses". Pero resulta difícil de creer si se tienen unos mínimos conocimientos de política. 
"Urkullu, que está actuando con mucha teatralización, tiene el freno de mano echado ante mayorías que pueden suponer avances y que no le gustan", comentó el pasado martes la candidata de EH Bildu, Maddalen Iriarte, que consideró que la llamada "anticipadísima" a las elecciones se ha debido a "intereses partidistas y personales". "Tenía ocho meses más para aprobar proyectos y leyes como el precio máximo del alquiler, los centros comerciales o el nuevo estatus político y ha optado por bloquearlo", comentó la guipuzcoana.
Y es que sacar las urnas después de los catalanes -suena con fuerza junio- implicaría muchos riesgos, ya que el previsible triunfo de las fuerzas independentistas tendría un efecto contagio en Euskadi, radicalizándose los discursos y llegando a unas líneas rojas que el PNV no está dispuesto a cruzar por lealtad -y rédito electoral- a los socialistas. 
En ese hipotético y descartado escenario, los abertzales tendrían todas las de ganar, y si algo quedó claro en los últimos comicios generales es que están en alza, y los nacionalistas, tradicionalmente, siempre bajan en las regionales con respecto a las legislativas. 

 

Urkullu y Feijóo miran de reojo a Cataluña


También hay que tener muy en cuenta a Elkarrin Podemos. Entró con mucha fuerza en los últimos comicios, con 11 diputados, convirtiéndose en la tercera fuerza, delante incluso del PSE-EE. La hasta número uno de los morados, Pili Zabala, hermana de una víctima de los GAL -Joxi Zabala- ya anunció su intención de dejar la primera línea política, por lo que todo indica que en las primarias venza Rosa Martínez, la candidata del aparato. Además, cuenta con el apoyo del líder del bloque en la región, Lander Martínez -formará parte de su lista-, y se ha dedicado toda la XI Legislatura a restar protagonismo a su teórica jefa en el Parlamento con el beneplácito de Madrid. 


Simpatías batasunas 

Otro dato interesante es que al mundo batasuno, sobre todo a los más jóvenes, le ha gustado mucho que la marca de Podemos en Euskadi se decante públicamente por el acercamiento de presos etarras, e incluso por la amnistía. Yes que en la última manifestación celebrada en Bilbao, el pasado 11 de enero se pudieron ver de forma discreta miembros de la cúpula de Pablo Iglesias.
De hecho, se podría decir que los de Arnaldo Otegi temen que los morados, que ahora más que nunca defienden un referéndum de autodeterminación, les sigan restando votos. Son sus auténticos enemigos, y ya les hicieron mucho daño en 2016.
A todo esto hay que añadir un PP con Alfonso Alonso que bastante hará con salvar los muebles, y un Ciudadanos que aspira a hacer coalición con los populares, pero que tiene un papel residual en una Comunidad donde ha dicho claramente que no quiere que esta tenga privilegios, con un discurso centralista que ahuyenta a los votantes moderados. 
En cuanto a Vox, sería muy raro que pescara votos, a pesar de que es la tierra de Santiago Abascal, pero todo puede pasar. O mejor dicho podría, porque si no hay crisis en Cataluña, que no la habrá de aquí a un mes y medio porque está todo muy tranquilo, no hay fuego ni fichas de dominó.   
Por último, el PSE-EE, que perdió siete diputados con respecto a la anterior cita -ahora tiene nueve-, afronta con mucho optimismo el 5-A, entre otras cosas porque el Gobierno está siendo especialmente generoso con Euskadi. Su líder, Idoia Mendia, subirá muy posiblemente por inercia política, motivada sobre todo por el arranque de un nuevo Ejecutivo central y el desbloqueo.
Jeltzales y socialistas están condenados a entenderse, máxime por los favores tradicionalmente prestados por el PNV a La Moncloa. Ese sería el mejor escenario posible para ambos, aunque también podría haber un tripartito con los morados como socios inesperados. Lo que resulta evidente es que, como señalaba Iriarte, es que en la ecuación del poder, EH Bildu siempre va a estar fuera.   


Traspaso de hacienda

No obstante, pese a ser un matrimonio más que cantado, Urkullu debe dar imagen de implacabilidad con Pedro Sánchez, que se comprometió en su pacto de investidura, de 12 puntos, con el PNV a una serie de concesiones muy importantes, incluso una que afecta a otra Comunidad, Navarra, con la exigencia de apartar a la Guardia Civil de sus carreteras. Eso sí, lo que de verdad hace ganar votos son las transferencias, como la de Hacienda, con un Estatuto que bordea la línea roja del autogobierno. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, fue elocuente hace días: "El traspaso se va a hacer sí y sí. Está firmado". Precisamente porque el tiempo corre en contra de nacionalistas y progresistas, el actual lendakari ha decidido adelantar el reloj.