Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


La isla de Bergman

30/12/2022

Pasan los meses, los muertos se acumulan y es visible que los políticos occidentales no han aprendido nada de la invasión rusa. Hasta la inclusión de Finlandia y Suecia en la OTAN ha sido un gesto impulsivo, sin medir el compromiso que exigía. La Unión Europea debe garantizar una soberanía energética y alimentaria efectiva sin matices. No solo tiene que existir, sino que debe de ser visible dicha capacidad para evitar errores de cálculo por parte del agresor.

Ninguna nación será libre sin una industria armamentística fuerte, moderna y operativa. Se pueden no tener soldados preparados para el combate, pero sin amplias reservas de munición o capacidad para producirlas a discreción, el margen de maniobra es nulo. No hablo ya de la estupidez que supone depender de ciertos minerales para la fabricación de armas, que principalmente están en dos países previsiblemente enemigos.

El número en la guerra es tan importante como la calidad. La Armada norteamericana hace tiempo que indicó que la desproporción numérica a favor de China compensaría la limitación tecnológica. La reducción de soldados en Francia hace que sea inviable poner orden en el Sahel africano y mantener tropas establemente en la zona; así que es fácil intuir quién ha llenado el vacío.

Es obvio que Rusia ha cometido unos errores estratégicos cuyo coste en vidas humanas ha sido alto; pero nunca debería haber tenido la posibilidad para provocar el daño indirecto en nuestra economía, cuya amenaza atenaza nuestro bienestar. China está sacando cuatro valiosas ideas por si impulsa una acción militar en un futuro cercano.

La primera consiste en poseer una industria militar poderosa. La segunda desmitificar la excelencia tecnológica, porque al final la fuerza bruta impera. La tercera es prepararse para un escenario bélico temporal largo, porque una invasión provoca resistencias numantinas. Y por último, causar un daño económico al oponente.

Taiwán debería aprovechar los ejercicios militares chinos recientes para rectificar su estrategia defensiva y analizar sus puntos débiles. No debería dar por supuesto que el mundo libre vaya a defenderle en el momento de la agresión. Occidente observará la capacidad de respuesta y la determinación en la defensa. Sería conveniente que tuviera un stock generoso de munición, agua y gasolina, porque sus aliados se harán los remolones. Meditaría las inversiones en fábricas de semiconductores fuera de su país, ya que deben de ser lo suficientemente moderadas para seguir siendo indispensables. En caso contrario, China ganará la partida.