El señalar a los diputados socialistas, a cada cual, por su nombre y circunscripción, que van a votar el eliminar el delito de sedición de Código Penal dejándolo reducido a tan poco que no solo roza, sino que se inscribe en impunidad, es una indudable jugada o jugarreta, según quien lo diga.
El que primero se indultara a los sediciosos separatistas y ahora encima, para más befa y escarnio, se les haga una Ley a la carta para blindar sus fechorías con efecto retroactivo y para que en el futuro lo vuelvan a hacer cuando les dé la gana, sin riesgo y dejando indefenso al Estado y a toda la ciudadanía española es algo que rasca y rasca mucho. A un amplísimo porcentaje de españoles y a una buena mayoría de votantes socialistas.
Algunos, los de siempre y como siempre han dicho 'Uy qué feo' o 'Ay qué poco me gusta'. ¿Y? Pues nada. Que en declaraciones se queda. Que no tienen consecuencias y que permiten que se mantenga el perfil de que se es diferente y no se comparte el hacer del sanchismo.
Es a eso, exactamente, a esa línea de flotación, a la que ha ido dirigida la acción de los 'populares'. A desnudar esa ficción y a retratar esa doblez. Que los votos son amores y las palabras no son buenas si no se sustentan en ellos. No porque pensaran, tan tontos no son, que iba a haber una ruptura de filas por votar en conciencia. Esa 'cosa' ya no existe en la política española hace lustros, y en el actual PSOE es un imposible metafísico.
De lo que se trataba era de retratarlos uno a uno. De dejarlos sin coartada para pasado mañana cuando empiece lo de las urnas y vayamos a votar nosotros tener su foto.
El objetivo no era otro que desmontar esa martingala, especialmente en algunas comunidades como la nuestra y dejar reducidos a alharacas y pellizquitos los discursos biensonantes. ¿Qué valor tiene que el PSOE de Castilla-La Mancha y su máximo dirigente y presidente de la Región salga diciendo lo mal que le parece lo que hace Pedro Sánchez poniendo a España de rodillas ante los separatistas si luego los diputados castellano-manchegos socialistas no solo la votan, sino que, lo verán también, se rompen las manos aplaudiendo?
Emiliano García-Page sabe que esta es una cuestión que le hace pupa y aunque no va mal en las encuestas tampoco va sobrado y que con un escaño que vuelque, por ejemplo, en Cuenca, y otro que se escape, se puede quedar sin Fuensalida. Y como no es tan tosco como Lastra salió con una finta de cargarle el mochuelo al contrario diciendo aquello de que no iban ellos a remediar la impotencia política de Feijóo. Hábil era y a la excusa se sumó Lambán. Pero no esconde la rueda de molino, de las gordas que llevan tragadas ni el hecho que los socialistas de Castilla-La Mancha han votado con los separatistas y los de Bildu la impunidad y la bula a quienes han intentado y volverán a intentar, lo han proclamado, descuartizar España y la soberanía del pueblo español. Esa es la almendra y todo lo demás, cáscaras. Lo saben, ya lo creo que lo saben, y lo que temen es que las gentes de a pie se enteren.
Los han retratado, de uno en uno, su voto. A todos y cada uno de los diputados socialistas de nuestras cinco provincias. Algo que no tenía por qué provocar desazón ni malestar alguno. ¿O es que acaso los representados no tienen derecho a conocer lo que votan sus representantes? ¿O es que les da vergüenza votar lo que han votado?