Mientras siguen ardiendo por miles las hectáreas de nuestros montes y campos invadidos por las llamas que se desatan en los ya incontables incendios forestales que se suceden en cualquier rincón de la geografía española, hay quien busca que también ardan las redes sociales a la hora de opinar y polemizar sobre este desolador desastre que nos está acosando en el agobiante verano que estamos viviendo en querella permanente, tanto por sus causas como por sus consecuencias. Las redes sociales, bien lo están demostrando, han conseguido confirmar algo que ya se sabía sobre este país: que en él abundan los aprendices de todo y escasean los maestros en materias concretas. Los datos son terriblemente esclarecedores, estamos en un verano que supera ya con creces la plaga de incendios forestales de años pasados. Mientras nos perdemos en porfías sobre sus culpables y quién o qué los provoca al tiempo que se confirman las dificultades para poner a buen recaudo a los presuntos pirómanos. Parece más fácil entrar en discutibles debates entre representantes políticos, portavoces de diferentes organismos, colectivos ecologistas y aprendices varios, que encuentran más entretenido perder también el tiempo una vez ya perdido todo cuanto ha sido pasto de las llamas.
En este verano de incendios, agravado por las altas temperaturas y la angustiosa sequía desértica, pertinaz se decía en los veranos del franquismo -también entonces había incendios mal que le pese a Vox- haría falta menos debate estéril y más acciones correctas, más previsión y medidas invernales de cuidado y mantenimiento del monte, más la concienciación social necesaria y hoy inexistente.