Antonio García

Antonio García


La ropa

08/08/2022

En reciente comparecencia al presidente Sánchez le jugó una mala pasada el recurso del doblete inclusivo. Dijo que había instado a «los ministros y ministras» a no usar corbata, como medida de ahorro energético. En este caso, la apelación a las ministras estaba de más, porque las ministras, hasta donde yo sé, no usan corbata, a lo sumo algún lazo o floripondio. Este de la ropa es un estereotipo que todavía no hemos superado. Nuestra forma de cubrir el esqueleto sigue siendo una señal de diferencia entre sexos, pese a los intentos de algunos artistas como Miguel Bosé o Harry Styles por imponer una moda unisex que no ha cuajado, por ahora, en la sociedad y mucho menos en el congreso. Entre políticos varones, la dictadura de la americana, camisa y pantalón, preferentemente en tonos apagados, no tiene visos de ser derrocada, aunque se le alivie, como ahora, de la soga al cuello. Como tímida contestación, los más extremistas irrumpieron en camiseta, si bien las barbas -otro estereotipo- los seguía haciendo reconocibles. Las mujeres tienen menos restricciones y se les permite mayor variedad: blusas sin mangas impensables en varón, calzado abierto, exhibición de tobillo o pierna, y un cromatismo mucho más optimista. Son en este sentido más prácticas que sus homólogos testiculados. Yo creo que para terminar con estas desigualdades se debería imponer un congreso nudista, con todas las señorías exhibiendo sus vergüenzas, lo que además de ahorrar energía corroboraría la campaña del ministerio de igualdad de que todos los cuerpos –incluyendo los de mórbida obesidad o amputados- son honrados, tan dignos de mirarse como los macizorros. Otra cosa es que nosotros queramos mirarlos.