Siro Morcillo Pérez, arquitecto, decidió un buen día cambiar de arte. Ejerció su profesión en su Estudio, hasta que a finales de 2019, justo antes de la pandemia, decidió cambiar de rumbo y dedicarse a la dirección cinematográfica, «aunque antes ya había recibido señales, porque estuve justo ese septiembre en el Festival de Venecia como espectador y quedé fascinado, porque siempre me ha apasionado el cine, llevo toda la vida viendo y leyendo sobre cine, pero no me había decidido», comentó el ya director.
A partir de ese momento, siguió trabajando como arquitecto, indicó Siro Morcillo, «pero me apunté a un curso de guión, con un gurú internacional, Robert McKee, que se impartió en la ECAM, la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid, y me sentí muy cómodo. Eso fue el impulso para dejar un poco de lado la Arquitectura, cuando terminé una serie de proyectos, y matricularme en la Escuela de Cine Metrópolis y desde el primer día que me senté en clase, no puedo decir otra cosa, me sentí como en casa, porque además, la Escuela tiene otra particularidad, es muy práctica y, desde el primer día te ponen en relación con todas las herramientas que tienen que ver con el proyecto audiovisual».
Recordó el albacetense que «este año, que es en el que he terminado, hemos tenido como 12 rodajes, entre ellos el mío. El último escalón, es como una rueda de rodajes, en la que tú escribes y diriges tu cortometraje y los compañeros, con todo el apoyo de la Escuela, apoyan, pero escribes, preparas, ruedas y editas y al final queda tu cortometraje. Cada año, la Escuela hace una entrega de premios, este fue en la sala Galileo Galilei de Madrid y he tenido la suerte que me han dado el premio a la Mejor dirección por mi cortometraje, que se llama Allí».
Primero, valoró el director, «es muy importante advertir que me han permitido, con Allí, hacer un proyecto bastante personal, porque lógicamente tienes un tutor, pero me han permitido plasmar mi idea. Allí tiene que ver también con mi formación arquitectónica, porque en realidad, su leitmotiv es que las casad que habitamos nos cuentan historias y dos de esas historias se entrelazan a través del tiempo componiendo un único relato en un único espacio. Es decir, es lo que ocurre en una habitación en dos épocas distintas, en 19 79 y en 2022. Es cierto, por lo que me han dicho, que esa parte arquitectónica sí que la llevo a ese mundo audiovisual, pero te diría más, desde que entre en la Escuela, siempre he encontrado mucha relación entre el proyecto arquitectónico y el audiovisual, porque es un proceso de creación absolutamente colaborativo, en el que muchas personas acaban construyendo algo. Mi faceta de creador se diluye un poco porque hay mucha gente que forma parte de esto, con alianzas y, al final el realizador es en un rodaje algo parecido al arquitecto, dirigiendo. Me ha ayudado mi formación y todo el trabajo que llevo desempeñando desde 2011».
Allí, indicó, dura siete minutos y 40 segundos, con cuatro actores, dos parejas en cada época.
A partir de ahora, comentó, «lo que estoy haciendo es terminar de escribir esos proyectos que tenía a medio, en dossier, para intentar venderlos a productoras y, por supuesto con la idea de vivir de esto. Acabo de terminar mi formación y estoy ya con otro cortometraje y moviendo mis propios proyectos. También hice otro curso en la Escuela especialmente de guión e iremos pasito a pasito, moviéndome en un mundo que es nuevo para mí, pero fascinante».
Recordó el albacetense que «el año pasado también tuve la suerte de ver desde dentro el Festival Abycine, al que siempre iba como espectador. En este evento, uno de los motores culturales más potentes que tenemos en la ciudad, estuve en Lanza, lo que me permitió ver cómo es la industria audiovisual, desde el punto de vista de la producción y descubrir cómo se forjan los proyectos. Este año probablemente, volveré a colaborar con Abycine Lanza».