Aún se puede hacer el camino como antes

Luis J. Gómez
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Los peregrinos que huyen de los masificados caminos del Norte, bajan ahora a los que cruzan Castilla-La Mancha, con alojamientos humildes y una señalización casi artesana

AÚN SE PUEDE HACER EL CAMINO COMO ANTES - Foto: Reyes MartÁ­nez

Los escaparates de las farmacias por las que pasa el Camino de Santiago Francés (el de Roncesvalles) exhiben apósitos para ampollas y bastones. En los bares ofrecen el ‘menú del peregrino’ y hasta en un pueblo con una sola calle habrá un albergue público y más de dos privados. Hay casas rurales fuera del trazado que van a buscar a sus peregrinos en coche y no son pocos los servicios de transporte que llevan las mochilas, quitando ese peso a los que van a Santiago. «En el Francés no te abanican porque no lo pides», comenta divertida Esther, tesorera de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Cuenca.

Para los peregrinos que eligen los caminos que atraviesan Castilla-La Mancha no hay tantas facilidades y esa es su gracia, que aquí se puede hacer el Camino como debía de hacerse antes. «Hay mucho peregrino que ya el Francés le agobia porque está muy masificado en ciertas zonas», apunta Esther. Por el albergue de la capital conquense pasaban antes ocho o diez peregrinos al año, pero en 2018 ya fueron 105 los que pernoctaron, sobre todo extranjeros.

Juanjo, de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Guadalajara dice que estos trazados «los prefieren los peregrinos más puristas y los extranjeros son los más puristas». Frente a otros  caminos que ve que se están «desvirtuando», apunta que los que pasan por su provincia sí permiten una «experiencia de introspección».

Por Escalona (Toledo)pasarán al año 500 o 600 peregrinos. Lo más probable es que se anden los 20 o 30 kilómetros de una etapa sin ver a otro. Julián, de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Toledo, con sede en Escalona, comenta que hace ocho años «en los pueblos pensaban que eran unos marcianos, pero ahora ya saben que pasan peregrinos y les atienden de otra manera». Recuerda que una vez pasó «un hindú haciendo voto de silencio, con cartelitos».

El último día de julio estuvo en el albergue de Caudete (Albacete) un peregrino de Canadá y un día antes uno irlandés. «Este año son muchos australianos y canadienses», cuenta Joaquín Requena, de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago del Sureste-Caudete. «La gente, después de hacer el Camino Francés, el del Norte, el Primitivo, busca más soledad», explica. Desde que abrieron el albergue de Caudete en 2012 han pasado más de 1.000 peregrinos. Confirma que va a más. «Muchos de las extranjeros lo cuelgan en Instagram o en su blog», apostilla.

señalización artesana. Las asociaciones de Amigos del Camino que hay en la región (hay nueve) son como ángeles de la guarda para los peregrinos. Se encargan de revisar la señalización de una forma casi artesanal, con spray en mano y pegatinas, siguiendo el emblema de la flecha amarilla que comparten todos los trazados jacobeos. Kako, de la Asociación de Amigos del Camino Manchego, explica que repintan cada dos años y que la última vez fue en primavera.

«En el casco urbano de Ciudad Real no señalizamos por miedo a multas», explica. De cara al Jacobeo de 2021 han diseñado unas plantillas adhesivas para colocar a finales de 2020. Cuenta que cuando ha dado alguna idea para que colaboren las administraciones con paneles, se encuentra con la respuesta de que es muy complicado.

Julián cuenta que en la provincia de Toledo la Diputación colaboró a señalizar uno de los caminos por su prehomologación como GR (Gran Recorrido), que algunos municipios también han puesto su señalización y que en algunos puntos lo hace también Fomento dentro de su ámbito de competencia junto a carreteras, aunque indica que el letrero que pusieron a la salida de la ciudad junto al Instituto Geográfico es «erróneo» por el sentido de la flecha, algo que ya han corregido con spray amarillo.

En Cuenca terminaron de repintar y revisar la pasada primavera. «Hay veces que no encuentras dónde hacer la flecha o se pone en una piedra en una esquinita de la tierra de un agricultor y nos hemos encontrado que nos la han quitado o nos la han cambiado», apunta Esther, «pero no hay peligro de que nadie se pierda». Para revisar esa señalización por Guadalajara, Juanjo explica que contaron con la colaboración de una empresa que les dejó unas bicicletas eléctricas. «Es muchísimo trabajo que hay que hacer cada cierto tiempo», apunta.

Joaquín, de Caudete, lamenta que las administraciones les tengan «abandonados» y que en su día se gastase un «verdadero pastizal en el Camino del Quijote, que no ha servido para nada». Añade que las asociaciones no solo revisan la señalización.  «Hay que estar al pie del cañón para facilitar el camino», expone, «estamos pendientes de si hay una subida de un río o si hay obras en las carreteras».

albergues, polideportivos, sacristías... El albergue o la acogida que se posibilita en cada etapa del camino es otra de las aventuras que disfrutan los peregrinos que van a Santiago por Castilla-La Mancha. Julián cuenta que en Toledo los que empezaron a dar acogida fueron el párroco de Novés, don Eladio, que ahora está en Torrijos, y José Luis López y su madre de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Villanueva de Bogas. «Se puede decir que cualquier peregrino va a tener acogida, no en cualquier pueblo, pero sí en casi todos los sitios», apunta. En Rielves, por ejemplo, señala que es en la misma sacristía.

Joaquín explica que el albergue de Caudete se abrió con un acuerdo con el Obispado de Albacete, que también hay albergues municipales en Alpera y Montealegre del Castillo. Hay asociaciones de Amigos del Camino en Alatoz, que tiene Casa del Peregrino, y en La Roda, que lo tiene en la enfermería de la Plaza de Toros. En La Gineta y Alcalá de Júcar dan acogida en el polideportivo. Curiosamente el punto negro está en la capital. «Lo único que presta la ciudad de Albacete de acogida es un albergue de transeúntes», apunta.

En Cuenca capital el hospedaje para peregrinos está en el histórico  Hospital de Santiago. En cuanto a la provincia, Esther indica que aparte de acogidas parroquiales, desde Monteagudo de las Salinas hasta Guadalajara hay albergues públicos. «Los públicos tenemos un hospitalero voluntario, que atiende en abrir y cerrar y en la limpieza de los albergues» explica, «solo se puede pernoctar una noche y son de donativo, cada cual aporta lo que cree y algunos se van y no dejan nada».

lugares secretos. Aparte de poco masificados, los caminos de Santiago de la región recorren enclaves que no se disfrutan igual si se llega en coche. Joaquín cuenta que en el tramo desde Caudete hasta Montealegre del Castillo «vas por la antigua calzada prerromana del Camino de Aníbal» y que a los peregrinos llama mucho la atención la llegada a la hoz de Alcalá del Júcar. Kako dice que es muy agradecido el tramo que se hace hasta Malagón. bordeando el río Bañuelo, con cañaverales alrededor. Recomienda subir la cresta de los Montes de Toledo al amanecer.

Para Juanjo la «Alcarria en estado puro» se descubre en el tramo de Salmerón a Trillo, en el que hay varios desniveles y que pasa cerca de las famosas Tetas de Viena. También destaca las vistas  panorámicas que se ven a a la salida de la provincia de Guadalajara,  por Miedes de Atienza.

Y aunque la ciudad de Toledo no parece un destino muy secreto, Julián recuerda que a las otras ciudades con grandes catedrales góticas como son Burgos y León, la entrada se hace por el polígono. «Cuando llegas a Toledo, bajas por la Portezuela, vas por el Valle, desvela. La entrada al Casco se hace por el puente de Alcántara, como en la Edad Media. Eso es hacer el Camino como antes.