El final a la fuerza de una etapa histórica

Agencias
-

Evo Morales se ve obligado a renunciar a la Presidencia tras varias semanas de protestas y con el aviso de que su regreso puede convertirse en una realidad más pronto que tarde

El final a la fuerza de una etapa histórica - Foto: Juan Carlos Torrejon

Fue el primer indígena en llegar a la Presidencia de Bolivia a través de las urnas y, pocas semanas después de revalidar su mandato en unas elecciones, Evo Morales se ha visto obligado a renuciar al poder, forzado por la peor crisis en sus más de 13 años al frente de una Administración llena de luces y sombras.

Morales, que llegó al Gobierno con el respaldo de sectores sociales históricamente marginados, empezó a sufrir un desgaste que se acentuó tras el referéndum del 21 de febrero de 2016, en el que un 51,3 por ciento de los ciudadanos rechazó dejarle que se saltase la Constitución para que se pudiera presentar a las elecciones de 2019. Pero él no escuchó ese resultado y aunque el Tribunal Constitucional avaló su candidatura para las generales del pasado 20 de octubre, fue «la estocada final».

El sindicalista cocalero siempre defendió su anhelo de extender su proceso de cambio hasta 2025, año del bicentenario de la Independencia de Bolivia.

El temor a que se perpetuara en el poder caló entre una parte de la sociedad boliviana tras los comicios de octubre, que salió a las calles clamando que hubo fraude electoral, con episodios violentos que dejaron tres muertos y más de 400 heridos.

La jornada del domingo comenzó con un Morales convencido de que iría a unas nuevas elecciones, pese a insistir en la legitimidad de su triunfo. Sin embargo, su Gobierno se fue desmoronando, hasta el punto de que se vio forzado a anunciar que renunciaba «por el bien del país».

«Muchas gracias por acompañarnos», exclamó en su adiós tras «13 años, nueve meses y 18 días» en el poder desde que tomó posesión el 22 de enero de 2006. 

A su juicio, se ha orquestado «un golpe de Estado» contra él y también detalló que corre el riesgo de ser detenido ilegalmente, ya que «la Policía anunció que tiene instrucción de ejecutar una orden de aprehensión ilegal en contra de mi persona». Pese a ello, y a que México le ofreció ayer mismo asilo, el ya expresidente no piensa huir: «No tengo por qué escapar», manifestó en su despedida, que algunos vieron como solo un hasta luego, ya que concluyó con un «la lucha no termina acá».

Una lucha que se mantiene en las calles de una Bolivia que se ha cansado del ansia de poder de Evo.