En 2017, la Junta lanzó la idea de crear un sistema mixto que unificase las líneas de transporte escolar con las de viajeros, empezando por las sierras de Alcaraz y Segura. La idea se había probado con éxito en otras partes de la región, como las comarcas de Molina de Aragón, Sur de Ciudad Real, así como la Alcarría y la Serranía Alta de Cuenca. Se diseñaron 39 rutas en las que dos poblaciones, Alcaraz y Elche de la Sierra, actuaban como cabeceras para 22 localidades.
Pero no funcionó. El concurso quedó desierto porque la zona a cubrir era un bocado demasiado grande para las compañías provinciales: nada menos que 24 pueblos, 197 aldeas y unas rutas que sumaban más de 3.600 kilómetros, la distancia equivalente a un viaje de ida y vuelta entre Albacete y París, pero por carreteras de montaña.
Este iniciativa solo afectaba a las líneas que gestiona la Junta, pero en los trayectos de titularidad estatal las cosas no iban mucho mejor. Desde mucho antes del 2017, la concesionaria de las líneas VAC-114 y VAC-212, la gallega Monbús, mantenía su propio tira y afloja con el Ministerio de Fomento.
Estas líneas eran deficitarias y además estaban anuladas por sentencia judicial firme desde 2011. El problema es que la ley obligaba a mantener el servicio hasta que n o hubiese una nueva concesión. Esto llevó a Monbús a recortar o alterar servicios lo que, a su vez, provocó una cadena de protestas en las localidades afectadas.
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