Dedicada a ella

Francisco J. Martínez
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Edgar Molina culmina por todo lo alto «un año que debería haber sido el mejor de mi carrera», pero lo remata con un sabor agridulce, ya que también ha sido el año de la pérdida de su madre, lo que le llevó a desistir de llevar a cabo el desfile

Dedicada a ella - Foto: Norwud

El último mensaje que Edgar Molina (Albacete, 1992) recibió de su madre, María Isabel, fue para decirle lo orgullosa que estaba de él y que el vestido de novia que había hecho para el siguiente domingo era espectacular, también para decirle que se relajara con la perfección en su trabajo. Pero parece que Edgar Molina no le hizo mucho caso porque en apenas 20 días creó su colección más personal, Isabelle, en homenaje, precisamente, a su madre. Hoy, a partir de las 21,15 horas, las modelos saldrán a la pasarela del Museo de la Exposición de Valencia con sus vestidos de novia, dentro de un desfile de la VIISemana de la Costura, organizada por el Gremio Artesano de Sastres y Modistas de la Comunidad Valenciana.

Edgar Molina culmina por todo lo alto «un año que debería haber sido el mejor de mi carrera», pero lo remata con un sabor agridulce, ya que también ha sido el año de la pérdida de su madre, lo que le llevó a desistir de llevar a cabo el desfile de esta noche, sin embargo, en una reunión del Gremio Artesano de Sastres y Modistas, la responsable de comunicación despertó su conciencia: «¿Tu madre dejaría que no hicieses otro desfile?». Fue el momento de la reactivación y en tiempo récord, Edgar se puso manos a la obra junto con su equipo.

El público que esta noche acuda al Museo de la Exposición encontrará una colección de vestidos de novia sobre todo romántica, «muy de princesa renovada con un toque medieval, aunque también hay guiños a las novias que he vestido en este año», asegura el diseñador. «Creo que nací tarde. Me hubiera gustado estar en un atelier hace 60, 70 ó 100 años, cuando en los trajes de novia se daba importancia a lo bueno. Ahora, con Aliexpress o Amazon, quien no tiene un encaje es porque no quiere», afirma rotundo. Y es que al joven modisto albacetense, afincado en Valencia, le encanta trabajar con tejidos antiguos: «Me gustan los tejidos o las piezas que tienen una historia detrás, con una enorme carga simbólica. Trabajamos con ellos y logramos que algo que se creó para una generación, pase a otra y quizás sea guardado para una próxima». 

'Isabelle'. La colección se compone de volúmenes románticos, delicados y fluidos, logrados a partir de gasas de seda, algodones bordados, plisados y organzas, que dan el contrapunto a siluetas arquitectónicas y armadas de brocados, organzas, mikados y rafias. Con estos argumentos, Edgar Molina afirma: «He vuelto a mi esencia, a mis raíces». Isabelle llega tras Charlotte, una colección más desenfadada con trajes de novia, de ceremonia y de invitada inspirados en Nueva York, en los años 80 y en el mítico Studio 54. Molina se retrotrae ahora al siglo XIX y principios del XX, con novias delicadas «que no sosas», porque considera que en la sociedad actual «hace falta mucho el romanticismo», aunque reconoce que en los últimos años «las bodas se están romantizándose, con banquetes al aire libre, entre árboles y ceremonias más cuidadas.El concepto de boda en un salón que había en los años 90 y 2000 está ya erradicado».

Para Edgar Molina, la colección Isabelle «es mi madre» y cumple con el sueño de aquel niño al que su abuelo Sebastián le insistía en ir a ver el escaparate de la tienda de motos, pero que sucumbía ante la insistencia de su nieto para acabar en el escaparate de Pronovias de la calle Ancha, donde soñaba que algún día sería él el que mostraría a todo el mundo sus diseños de novia. Hoy vive su sueño con la certeza de que su madre, donde quiera que esté, le transmite su «delicadeza y fragilidad» a la par que le aporta «tranquilidad y seguridad» en cada puntada que da.