Teatro por vocación

A.M.
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La sala EA! Teatro abre el plazo de inscripción para participar en uno de sus cinco talleres de formación para aficionados

Todos los grupos de teatro tienen un estreno al finalizar el curso. - Foto: EA Teatro

No se trata tanto de formar actores profesionales, sino de utilizar el teatro como instrumento socializador y desarrollo personal y como herramienta para combatir la soledad, la timidez y la baja autoestima. El hecho dramático aporta un sinfín de beneficios a todo tipo de personas, desde los más pequeños que, a través del juego, aprenden a comunicarse con los demás, hasta los más mayores, que desechan la angustia de ya no ser útiles para la sociedad.

Con esta urdimbre, la sala EA! Teatro tejió una trama que ha dado como resultado una escuela de teatro para todas las edades, donde toman forma la expresión oral y corporal, la comunicación, el lenguaje, el trabajo en equipo, el atrevimiento, la osadía, la imaginación, los sueños…

Teatro como agente transformador de la sociedad, como terapia cultural y social. Así lo entiende Francisco Redondo, uno de los gestores de la sala independiente y profesor de esta escuela de teatro que hoy mismo abre el plazo de inscripción para participar en algunos de los cinco talleres que se vienen ofertando desde hace siete años. «Puede venir cualquier persona, haya tenido relación con el teatro o no, porque cada curso empezamos de cero; para nosotros, lo importante es la actitud, con eso es suficiente», explica el dramaturgo albaceteño.

La escuela de EA! Teatro está dividida por edades, aunque tampoco es una norma obligatoria pues los grupos se forman en función de las actitudes de cada alumno y sobre la base de que «cualquiera, por el hecho de llegar hasta nosotros, está predispuesto a hacer teatro».

En el taller infantil, dirigido a niños de cuatro a 16 años, el profesor no busca el resultado, sino más bien el desarrollo personal de cada alumno. Siempre a través del juego, los pequeños actores aprenden a comunicarse, a crear historias y situaciones grupales, a trabajar en equipo, a ver y escuchar a los demás, a convivir con diferentes capacidades y a mostrarse en público, perdiendo así la timidez, la vergüenza, el miedo escénico, a hacer el ridículo… En este caso, «no nos interesa el espectáculo, el resultado final de la obra, sino que los niños adquieran capacidades, que inventen, sueñen...», dice Paco Redondo.

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