Abel Cuerda cumple su sueño: exponer en su tierra

Emilio Martínez
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El pintor inaugurará el día 5 su doble muestra antológica que totaliza un centenar de cuadros

Abel Cuerda posa en su estudio. - Foto: Carlos Paverito

Ya lo afirma el aserto refranero aquello de que nunca es tarde si la dicha es buena. Máxime si llega por partida doble. Cual acontece con uno de los, incluso a nivel internacional, más afamados pintores del abstracto: Abel Cuerda. Porque el paisano llevaba años, lustros, décadas intentando alcanzar el que él mismo califica como su «sueño más deseado», que no es otro que dar a conocer en profundidad su pintura. Lo que va a ocurrir, por fin, a partir del próximo día 5 en el Museo Municipal del Altozano y en La Asunción. En la confianza de que después de tanto tiempo «no defraudar» y que sus cuadros «gusten a toda los que los vean», cual declara a La Tribuna.

Y, como es lógico, a la par no oculta sentirse muy ilusionado, sí, pero también «muy nervioso y deseando ver toda la obra colgada en estos dos espacios tan espectaculares». Algo que podrá mirar ya a partir de pasado mañana, cuando se desplace para colocar personalmente -con la ayuda de su mujer, la también pintora Ana Hermida- los cuadros de ambas exposiciones que totalizan un centenar, aproximadamente la mitad en cada una de ellas. 

Que van distribuidas equitativamente con el criterio de que en las salas de abajo irán los cuadros de mayor tamaño y en las de arriba los que son más pequeños. Eso sí, todos son de su propia colección, por una razón muy sencilla que explica. «Ea, si es que he estado estos últimos años trabajando una media de ocho o 10 horas diarias para presentar expresamente todo lo nuevo en Albacete». 

Aprovecha para demostrar ese sentido del humor tan de la tierra que siempre le ha acompañado, porque dice no sentirse muy bueno pintando, lo que pasa es que también opina, entre carcajadas, que el problema es que no sabe hacer otra cosa. «Es más, incluso cuando me duermo por las noches muchas veces me vienen sueños de que estoy pintando. Insisto, como no sé hacer otra cosa, ja ja».

En ellos puede observarse el cambio de estilo, dentro del suyo propio siempre tan identificable, apostando en mayor medida por el color hasta el punto de que presume de haber incluido algunas telas que a veces se confunden con la pintura. Todo ello lo justifica así: «En esta etapa tan oscura que estamos pasando he querido darle un poco más de color a la vida. Creo que hace mucha falta».

A un representante de tanto prestigio como él del abstracto parece obligado cuestionarle acerca de lo que piensa de mucha gente que desprecia semejante estilo. Lógicamente no es la primera vez que se le inquiere al respecto y tiene clara la respuesta. «Es que no te puedes quedar con un tipo de pintura solamente. El realismo lo entiende todo el mundo aunque no distingan si es  bueno o malo muchas veces, pero con la abstracción es cuestión de emociones, que te digan algo lo entiendas o no. No se puede estar cerrado a nada».

No obstante cuenta que él posee una formación académica más bien clásica de la Escuela de Bellas Artes, pero luego fue investigado por su cuenta, e incluso pasó por una etapa expresionista que finalmente acabó derivando en el abstracto. «Es donde me encuentro más realizado».

Cual el enorme artista que es el paisano, él sí que tiene la mente bien abierta hasta el punto de que sus pintores favoritos están dentro de todas las épocas y estilos, porque no cae en el tópico de distinguir entre realistas e informalistas. «Hay pintores buenísimos en toda la historia. En España desde Velázquez Goya, Sorolla, Casas, Picasso, Tapies, hay tantos que no te puedo decir uno solo».

Menos claro tiene saber cómo y cuándo descubrió su vocación -«sin antecedentes familiares, como sucedió con mi hermano José Luis y el cine; somos unos tipos muy raros», apunta- que después sería su profesión añadiendo sus muchos años de profesor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. «Quizás porque de pequeño se me daba muy bien el dibujo cuando estudiaba en los Escolapios y me quedaba embobado con los tebeos de Roberto Alcázar y Pedrín. Y de ahí hasta ahora».

Además del doblete en las exposiciones de su tierra, Abel será actualidad porque el día 14, a iniciativa de su director Jesús López,  se va a proyectar, seguido de un coloquio, en la Filmoteca el documental –que también se pasará en el Museo y en la Asunción- El pintor del color sobre Abel que le dirigió ese polifacético intelectual que es Juan Antonio Moreno Rodríguez –quien también escribió un libro 'El arte y la vida. Conversaciones con Abel Cuerda' sobre el albacetense. 

Un film con una repercusión y un éxito internacional enorme que ha sorprendido al propio Moreno, como relata, porque ha participado en un total de 35 festivales –uno de ellos, Abycine en su edición de 2021- y ha logrado 11 galardones. Más de la mitad de ellos, seis, en certámenes tan prestigiosos como los Premios de Oro a Documentales en Hollywood, el Ocho y medio en Roma, el de cine independiente de Cannes, el de la Academia de Roncagua (Chile), y dos en el Art Non Stop Film de Buenos Aires.

El actor mudo de moda. En palabras de su director, que no oculta su deseo de realizar un nuevo cortometraje, más que para él, «para que aumente todavía más la proyección internacional de este paisano vuestro del que debéis estar muy ogullosos los albaceteños. Porque, además, si es magnífico como pintor lo es más como una excelente persona cargada de humanismo». Y no podías faltar el humor de Abel para poner fin a este asunto cinematográfico: «Soy el actor mudo de moda».

Tampoco se queda corto cuando afirma que igual es casualidad o no que su doble muestra coincida con la Feria: «Realmente lo de la exposición es una excusa que me busqué para ir a la Feria, que llevo mucho tiempo ausente, ja ja. Bueno, en serio, podré zanjar la enorme ilusión, tan grande como cuando era niño, que tenía tanta por volver». 

No sólo por pisar de nuevo el paseo y el edificio, sino porque le permitirá disfrutar de dos cuestiones que le gustan mucho. Por un lado, los toros en su querida plaza de Albacete donde cuajó su admiración por Pedrés -«sin olvidar el arte de Montero que luego no llegó a ser figura», precisa- que mantuvo siempre, De los de ahora, se inclina por José Tomás.

Y, por otro, por la que califica como «fabulosa» gastronomía de la tierra con sus productos típicos que suelta casi de carrerilla: «Gazpachos, atascaburras, ajo de mataero, lomo de orza, morcillas y las que en su tiempo se llamaban güeñas y ahora guarras, queso… y no sigo porque se me cae la baba».