Mujer y teniente

Josechu Guillamón
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La albacetense Ángela Valcárcel Ferrer es una de las nuevas oficiales perteneciente a la 73Promoción del Ejército del Aire y del Espacio

Imagen de Ángeles Valcárcel Ferrer. - Foto: Ejército del Aire y del Espacio

Ángela Valcárcel Ferrer, es natural de Albacete, estudió en el IES Los Olmos de la capital y posteriormente cursó Magisterio de Educación Física, pero a los 21 años decidió hacerse militar profesional, un cambio de vida que finalmente la ha llevado a convertirse en oficial del Ejército del Aire y del Espacio, como miembro de la 73 Promoción, de la que han salido cinco mujeres como teniente, de un total de 64 cadetes.

Su decisión de convertirse en militar, tiene un origen familiar. «Mi padre trabaja en la Base Aérea de Los Llanos, aunque es personal civil, pero desde que yo nací el empezó a trabajar allí como funcionario de Defensa. Además de que de pequeña a veces me iba con él, mi abuelo, su padre, fue militar, suboficial mecánico y el ser militar me viene un poco porque me animó mi padre y por la tradición familiar».

Sin embargo, el Ejército no fue su primera opción. «Yo cuando terminé el instituto estudié Magisterio de Educación Física».

Al finalizar la carrera, con 21 años, optó por convertirse en soldado profesional. «Fui destinada a la Base Aérea de Los Llanos, como soldado de Hostelería. Allí estuve tres años y después decidí promocionar, pero a oficial no me podía meter, porque en esa época hacía falta inglés, un nivel determinado que pedía el Ejército, que no tenía. Sí que pude promocionar a sargento, con lo cual me fui tres años a la Academia Básica del Aire a León y salí de sargento y tuve mi primer destino en Madrid».

A los dos años de sargento, cambiaron la norma del inglés, por lo que pudo entrar en la Academia General del Aire (AGA), con el fin de convertirse en oficial. «Entré con 29 años y a esa edad ya una no puede ser piloto. Si lo hubiese sabido con 18 años, claro me hubiese gustado ser piloto».

Los estudios. Con 29 años, se convirtió en la segunda cadete más mayor de la AGA. «Hay una chica que me saca unos meses, pero sí, mis compañeros entraron con 17 ó 18 años y yo con 29, con lo cual físicamente es un poquito más duro y el estudio también cuesta más». 

Y es que estudiar la carrera militar habiendo cursado un bachiller de letras no es fácil. «Los primeros años en la Academia fueron más duros, porque hay que sacarse la Ingeniería de Organización Industrial, por la Universidad de Cartagena, porque para los que estamos cinco años en la Academia es obligatorio sacarse una ingeniería, mientras que los que entran con su ingeniería de la calle, sólo están dos años. Yo estudié bachiller de Ciencias Sociales y lo terminé 11 ó 12 años antes y de ahí pasar a una ingeniería con derivadas, integrales, física, química, álgebra, cálculo, para mi era complicado».

Por esta razón, tuvo que optar por acudir a clases particulares. «Los dos primeros años tenía clase por la mañana, hasta las ocho de la tarde en la Academia y al salir me iba a clases particulares hasta las 10 de la noche. Así estuve los dos primeros años, luego ya se suaviza la cosa un poquillo, porque empiezan a ser asignaturas de letras».

Ángela Valcárcel reconoce que lo más duro de la Academia han sido los estudios teóricos. «El tema de estudiar ha sido para mí lo que más me ha costado, porque yo había estado en la Academia Básica del Aire tres años y no he tenido que adaptarme a la vida castrense. En la Academia Básica del Aire (ABA) hacíamos muchas maniobras, muchas marchas, régimen académico militar y a eso yo estaba acostumbrada, además el invierno en Murcia es más llevadero que en León y he estado bien, aunque los estudios me han costado más. Los de vuelo a partir de tercero también tienen un trabajo bastante fuerte, porque es cuando empiezan a volar. Me ha costado, pero ha estado bien».

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