El vigor de la industria alimentaria

Ana Martínez
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La pujanza del sector agrícola, con el ajo morado como cultivo líder, y el ritmo en la construcción de viviendas, consolida el padrón en Balazote

Imagen de Balazote. - Foto: Arturo Pérez

Balazote es sobradamente conocida por la fuerza y potencia de su industria agroalimentaria. Ajos y cebollas proporcionan trabajo suficiente para una población que ha creído y apoyado su polígono industrial, en el que también destaca el sector textil y del calzado.

A escasos 20 minutos de la capital, Balazote presume de ser uno de los pocos municipios de la provincia que no ha sufrido merma en el padrón, gracias, precisamente, a las oportunidades laborales que ofertan sus cultivos y la cadena manufacturera de los mismos. No en vano, desde las vistas generales que ofrece el  cerro de Santa Mónica se puede contemplar su zona industrial en toda su extensión, una significativa parcela de terreno sobre la que ya planea el proyecto de ampliación.

«La persona que en Balazote no encuentra trabajo es porque no quiere trabajar». Lo dicen de forma muy contundente Teresa García Blesa y Ana Isabel López García, ambas balazoteñas de nacimiento y residentes en una localidad que goza de las bienaventuranzas del mundo rural y de su cercanía con la capital. «Aquí se vive muy bien, tenemos todos los servicios que necesitamos y Albacete a 20 minutos de distancia», significa Teresa, que destaca la influencia que ejerce sobre el mercado laboral la cooperativa del campo Santa Mónica, dedicada al cultivo y comercialización del ajo.

Pero no solo del ajo morado de alta calidad vive Balazote, considerado uno de los municipios de la provincia con mayor diversificación en el campo, gracias a las aguas subterráneas del acuífero 18 de la Mancha Oriental, con las que la localidad pudo en su momento consolidar el cultivo del maíz y de la cebolla, productos que conviven con los tradicionales cereales de secano y el girasol. Según datos del Ayuntamiento balazoteño, el término municipal cuenta con más de 5.400 hectáreas de explotaciones agrícolas.

Una base económica sólida, con mucha fortaleza para afrontar los periodos de crisis, que tiene como complemento la actividad industrial y los servicios, dedicados especialmente a la construcción, la confección, la mecánica y la carpintería.

Gracias a su edad, 30 años, Ana Isabel conoce la realidad de la juventud balazoteña, jóvenes que no emigran como ocurre en otros municipios ante el abanico de ofertas laborales y la facilidad de acceso que hay a viviendas unifamiliares que se están construyendo a las afueras del casco urbano.

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