Un año de la riada de Ossa de Montiel

A.G
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El Ayuntamiento confía en obtener ayudas del Gobierno central para completar la 'reconstrucción', lastrada por los gastos extraordinarios que motivó la pandemia

Zona donde la crecida del Alarconcillo derribó un muro, reconstruido este año. - Foto: Víctor Fernández Molina

Ayer, 20 de septiembre, se cumplía un año de unas históricas inundaciones en Ossa de Montiel que tuvieron en vilo a toda la población y dejaron una larga lista de destrozos.

La causa fue una inesperada tormenta, que dejó una acumulación de 103 litros por metro cuadrado en pocas horas y motivó un súbito aumento del caudal del arroyo Alarconcillo. Además de desbordarse en varios puntos del término municipal, la insólita fuerza del agua terminó por derribar un muro a la altura del Jardín de la Glorieta, llevando la riada por prácticamente todo el núcleo urbano.

Ese aciago episodio suponía, en cierta forma, el epílogo de una jornadas repletas de malas noticias por los fenómenos meteorológicos adversos, justo una semana después de que una DANA causase estragos en la zona oriental de la provincia, llegando incluso a llevarse la vida de dos vecinos de Caudete, sorprendidos por una avenida.

En Ossa de Montiel no hubo que lamentar daños personales, aunque sí se temió por la vida de un vecino al que la riada sorprendió en su furgoneta y quedó asido a un árbol tras salir del vehículo. Allí estuvo durante unas horas que parecían interminables, ya que los efectivos de emergencias no podían llegar hasta él. Finalmente, a través de otro camino, el sargento de la Guardia Civil y el propio alcalde, Alejandro Chillerón, lograron rescatarlo.

«Nunca vamos a olvidar ese día», relataba ayer el regidor, destacando que «cada vez que me encuentro con ese hombre, es imposible no recordarlo y parece que hubiese sido ayer». Pero no, ha pasado ya un año en el que la reparación de los daños ha sido una prioridad para el Consistorio, que ha actuado ya en muchas zonas afectadas pero aún no ha podido llegar a todo, lastrado por su difícil situación económica y los gastos extraordinarios que le ha supuesto la crisis sanitaria. Entre ellos, los más de 50.000 euros para personal de refuerzo en las zonas de baño de las Lagunas de Ruidera, «un gasto que teníamos que hacer aunque no pudiésemos atender otras necesidades, ya que muchas familias dependen del Parque Natural y no podían perder toda la temporada de verano».

Según detalla Chillerón, el importe total de los daños en infraestructuras municipales se cifró en unos 250.000 euros. Para afrontar la reconstrucción, el Ayuntamiento dispuso de una ayuda extraordinaria de 30.000 euros de la Junta y 12.000 de la Diputación, además de habilitar otros 80.000 en su Presupuesto.

Con ese importe, se ha recuperado progresivamente el Jardín de la Glorieta, «donde prácticamente hemos hecho un parque nuevo», reconstruyendo el vallado y habilitando una zona de juegos infantiles. También se reconstruyeron la grada derrumbada del campo de fútbol y algunos de los puentes destrozados por el arroyo en su camino hacia las Lagunas de Ruidera.

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