Munera, escenario cervantino

Ana Martínez
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La localidad goza de numerosos encantos de interés cultural y literario, sobre todo, ser la cuna de las Bodas de Camacho que Cervantes reflejó en su novela

Mari Carmen, María Fuentes y María Ángeles, junto al mural de las Bodas de Camacho. - Foto: José Miguel Esparcia

Munera tiene sabor a Quijote. El pueblo entero presume y disfruta de su relación con la novela que escribió Cervantes, que dejó su impronta en tres capítulos de la segunda parte del Caballero de la Triste Figura. Y eso se deja notar en sus calles y alrededores, donde el hidalgo y su fiel acompañante aparecen representados en esculturas de diferentes facturas.

Munera tiene tanto por vender al turista y visitante que en 2007 se creó la Asociación de Turismo Turiman, integrada por María del Carmen Blázquez, María Ángeles Arenas y María Fuentes Toledo, después de formarse como informadoras de turismo. «Munera es un pueblo cervantino». Así de contundente. Así de claro. La localidad reivindica las Bodas de Camacho, los capítulos del pastor enamorado en los que Don Quijote y Sancho Panza son testigos de un particular enlace protagonizado por Basilio el pobre, Camacho el rico y la Bella Quiteria. En la actualidad, un mural representativo recuerda, en el paraje de los Casares, el lugar donde la tradición oral y numerosos estudios sitúan el desenlace de estos desposorios. 

«Lo intangible de Munera es el Quijote, lo tangible, su gente», aseguran estas tres informadoras turísticas, que entienden que el municipio, con un censo de 3.433 vecinos a 1 de enero de 2021, algo más que el año anterior, «no es grande ni tampoco pequeño», pero disfruta de «todos los servicios e infraestructuras que podemos necesitar». El centro urbano de Munera se encuentra en la plaza de la Constitución, donde antiguamente se celebraban las corridas de toros, una tradición muy arraigada entre los munereños, muy aficionados al arte del toreo. En este espacio, además de la Casa Consistorial, se localiza el Casino de la Amistad, uno de los más primitivos de la provincia de Albacete, creado en 1851. Desde entonces y hasta estos días, esta «institución» en Munera ha sido testigo mudo de reencuentros, de partidas entre socios y del nacimiento de la primera biblioteca del pueblo. A su vera se encuentra la iglesia parroquial de San Sebastián, declarada Bien de Interés Cultural, cuya construcción comenzó en el siglo XV. Un templo en el que se combinan dos estilos artísticos diferenciados: el gótico tardío y el renacimiento.

De su interior, Mari Carmen, Mari Ángeles y María Fuentes se vanaglorian de los frescos que se encuentran en uno de los arcos, frente al Altar, que representa la Batalla de Clavijo, en la que aparece  sobre un caballo blanco Santiago Matamoros, el apóstol guerrero, un episodio histórico que no extraña a la población munereña, dado que este municipio siempre ha sido cruce de caminos de las órdenes militares: «Es muy posible que la Órden de Santiago pasara por aquí y tuviera cierta influencia sobre el territorio», apuntan las informadoras turísticas.

Volviendo a la iglesia parroquial, en la capilla del beato Bartolomé Rodríguez Soria se encuentra un bello tríptico en relieve policromado que representa a la Abuela Santa Ana, el Niño Jesús y la Virgen María, así como un pequeño altar dedicado al mencionado Bartolomé, cura de la zona de Munera que supo perdonar a sus torturadores durante la Guerra Civil.

Otro Bien de Interés Cultural de Munera es la ermita de Nuestra Señora de la Fuente, localizada en el paraje de Los Casares, cuya devoción se remonta al siglo XVI y cuyos milagros han atraído, desde entonces, a frecuentes peregrinos. Al parecer, según consta en la tradición oral, la Virgen de la Fuente libró al pueblo de una plaga de langosta, mientras que a las localidades de alrededor no les afectó. Ahora, el Ayuntamiento de Munera ha elaborado un expediente para conseguir que la fiesta en honor de su patrona sea declarada de Interés Turístico Regional, tanto por su antigüedad como por su tradición, ya que han mantenido su celebración tal y como se viene haciendo desde 1756. 

Conocida como Feria de Munera, se celebra del 20 al 25 de septiembre. La tradicional luminaria, junto al Pórtico Literario, da paso a unos días llenos de actos tan relevantes como el voto de la villa, la salve a la Virgen y la ofrenda de flores a la patrona, en la que los refajos de las manchegas llenan la plaza de colores y folclore.

Otro momento inolvidable para los munerenses es la bajada de la imagen de la patrona por medio del río y camino a la iglesia parroquial de San Sebastián, donde permanece durante la novena entre el 8 y el 19 de septiembre.

En el mismo paraje de Los Casares y bordeado por los ríos Ojuelo y Quintanar, se encuentra el Castillo de Munera, elevado sobre un pequeño cerro que albergó un asentamiento de la Edad del Bronce, cuyos restos se encuentran sepultados por la fortaleza medieval. A pesar de que probablemente su construcción date del siglo XIII, los restos arqueológicos evidencian su existencia desde el siglo XIV.

Sin olvidar la Plaza de Toros de 1913, una construcción muy singular que en su exterior es cuadrada y circular en su interior, y por la que han pasado grandes figuras del toreo, respondiendo así a la gran tradición taurina que siempre ha habido en la localidad.

 

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