Día del Seminario, descubrir la llamada y responder

MCS
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Saúl: "Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo"

Saúl, seminarista. - Foto: MCS

Mi nombre es Saúl. Tengo 24 años. Soy seminarista y actualmente estoy realizando mi año de pastoral en la parroquia de Santa María Madre de Dios en Villarrobledo. En este año estoy ampliando estudios de Historia de la Iglesia en el Instituto Teológico San Ildefonso de la Diócesis de Toledo.

Soy de un pueblo de la sierra, Riopar. Allí desde pequeño iba a catequesis y a los siete años comencé a ser monaguillo en la parroquia. Me llamaba la atención la labor del sacerdote y, aunque no me planteaba serlo, con doce años, para San José, me encontré a la salida de la parroquia un tríptico del Seminario de Albacete. Había una imagen que me llamó mucho la atención y que es uno de los ritos de la ordenación sacerdotal. Un hombre «postrado en el suelo». Me llamó tanto la atención que empecé a preguntarme: ¿por qué no ser yo también sacerdote? 

Ya en plena adolescencia tuve una pequeña crisis de fe. Me fui alejando de la vida parroquial y abandonando la idea de la vocación sacerdotal. Fue en catequesis cuando tocaba el tema de la vocación sacerdotal. El párroco puso un video sobre el encuentro de Papa Juan Pablo II con jóvenes en Madrid en el año 2003. Dijo unas palabras que me llamarón muchísimo la atención: «al volver la mirada atrás, y recordando estos años de mi vida, os puedo asegurar que vale la pena dedicarse a la causa de Cristo». Fueron estas palabras las que hicieron que volviera a plantearme la llamada al sacerdocio. 

Fue entonces cuando lo comenté a mis padres y me dieron su total apoyo. Asistía a misa todos los días y retomé la oración y el diálogo con el párroco para ir asimilando esa llamada al sacerdocio. Conocí a varios seminaristas con los que hablaba del Seminario y su respuesta era siempre la misma: «allí somos muy felices, pues respondemos a la llamada que Dios nos ha hecho». 

Terminados los estudios de Bachillerato y la prueba de acceso a la Universidad, el 13 de septiembre del 2015 comencé mi etapa de formación en el Seminario. Tras seis años de formación solo puedo decir que estoy feliz y contento. Pese a las dificultades de este camino que también las hay, siempre tienes a Jesús a tu lado. Él es el amigo que nunca falla.  Además, cuento con el apoyo y la ayuda de mis compañeros de Semanario, de los formadores y también de mi familia.

A ti, joven que lees estas letras, me gustaría lanzarte un reto. Si sientes que Jesús te llama a seguirlo, de una forma más cercana por medio del sacerdocio, no tengas miedo. Sé valiente con Cristo. De su mano, no tienes nada que temer.

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