La caída que reescribió al PP

Maricruz Sánchez (SPC)
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Casado cedió el mando del grupo que presidió durante 1.300 días en tan solo seis a Feijóo, tras un enfrentamiento con Ayuso que le costó el apoyo de los que lo habían encumbrado en las primarias y que sirvió para dibujar un nuevo rumbo

Cuatro mayorías absolutas consecutivas avalan al dirigente gallego, que tomó oficialmente el testigo de Casado el 1 de abril de 2022 en Sevilla - Foto: Julio Muñóz (EFE)

El PP sacrificó a Pablo Casado, su primer líder elegido en primarias en octubre de 2021 ante 9.000 militantes, en tan solo seis días. Ocurrió hace justo un año, tras un enfrentamiento con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que otros mandatarios populares aprovecharon para cobrarse viejas deudas con él y, sobre todo, con su entonces mano derecha, Teodoro García Egea. Dicen que quien luego fue su sucesor le aconsejó que no cruzase esa línea roja, que Alberto Núñez Feijóo le advirtió que, señalar al hermano de la lideresa madrileña como beneficiario de cuantiosos contratos como intermediario en la compra de mascarillas en lo peor de la pandemia, sería catastrófico si no tenía pruebas contundentes de ello.

Feijóo tenía razón y la acusación se volvió en contra de los dos máximos dirigentes populares. Ayuso se revolvió ante lo que entendió como una «afrenta personal injustificada» y el PP que había construido Casado durante 1.300 días se desmoronó como un castillo de naipes en menos de una semana.

Fue una intervención quirúrgica de urgencia, rápida, pero no por ello menos dolorosa, en la que, como luego confesaron fuentes de su entorno, el palentino vivió a la vez su relevo inesperado y un aluvión de decepciones personales. 

Ese 22 de febrero de 2022, siete miembros del grupo parlamentario y de su máxima confianza difundieron un comunicado en el que exigían «la destitución inmediata de García Egea» como secretario general del PP y «de manera urgente» la convocatoria de un congreso extraordinario «en el que se elija a las personas que deberán dirigir el partido». Entre los firmantes de la sentencia política había nombres importantes para Casado, como Pablo Hispán, que fue jefe de su Gabinete, o Adolfo Suárez Illana, al que reclutó cuando nadie apostaba por él.

No fueron los únicos. Otras rúbricas destacaban en el documento: la de Cuca Gamarra, a quien él mismo nombró portavoz del PP en el Congreso en sustitución de Cayetana Álvarez de Toledo, y la de Javier Maroto, portavoz en el Senado. Todos posaron sonrientes a su lado en 2018, al presentar los avales para concurrir a las primarias.

Dimisión y despedida

Tras la publicación de este comunicado, se precipitaron los acontecimientos. García Egea presentó su dimisión, con un tenso discurso en el que defendió la rectitud de sus acciones y mostró su apoyo al líder de la formación. Muchos aseguraron entonces que si Casado hubiera cesado antes a su hombre de confianza, se habría salvado. Al día siguiente, 23 de febrero, en el Congreso, todos tuvieron claro que el discurso del presidente del PP sonaba a despedida. Pronunció unas sentidas palabras, se levantó del escaño y bajó las escalerillas en busca de la salida del Hemiciclo. «Entiendo la política desde el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros», zanjó. 

El 1 y 2 de abril, el palentino cedió oficialmente el bastón de mando. Fue en el cónclave extraordinario que celebró el partido en Sevilla, donde se aprobó el relevo en Feijóo con un masivo apoyo. Desde entonces, poco se ha sabido de Casado, más allá de lo que publicó recientemente un medio nacional: que rechazó el puesto que le ofreció su sucesor en el PP europeo; que puso distancia, al empezar a trabajar con la universidad estadounidense Johns Hopkins; y que declinó varias ofertas para escribir un libro sobre su experiencia en Génova.  

Estos nuevos cometidos lo habrían llevado a Nueva York, Tel Aviv o Washington. En parelelo, estaría poniendo en marcha un proyecto de tecnologías de seguridad a través de un fondo de inversión en defensa, inteligencia artificial, microsatélites y criptografía.

Según su círculo cercano, la máxima del nuevo Casado es estar alejado de los políticos y de la política, a la que no piensa volver. Esa es, aseguran, «la manera de reivindicar su legado».