Antonio García

Antonio García


Inusual

20/03/2023

La semana pasada se celebró en la capital un ciclo de literatura insólita, promovido por la editorial InLimbo y respaldo de ayuntamiento y UNED. La respuesta a la convocatoria, en consonancia con su nombre, fue inusual: acudió mucha gente, mérito aun mayor por coincidir con un evento deportivo, cuando la mitad de la ciudad estaba jaleando a los participantes de un triatlón. Esta insospechada afluencia de gente sedentaria –que superó las mejores expectativas de los organizadores- sirvió además para constatar que en la pequeña provincia hay vida literaria más allá de fractales y otros sospechosos habituales, gente aficionada no solo a la literatura, sino precisamente a la literatura del más allá, a las historias del trasmundo, de los fantasmas y las brujas, a todo tipo de fantasías, terroríficas, paranormales, futuristas siempre orilladas por la literatura canónica, al menos la española, que por si no tuviera bastante con su tradicional realismo ahora le da otra vuelta de tuerca -y no la jamesiana- al ruralismo más chancletero. Una nueva generación de narradores se han desligado de la herencia de sus mayores y abogan por lo fantástico, el susto y el desasosiego, lo que si no es infrecuente en otros países sí lo es en el nuestro, incapaz de fabular, desde el 98, con otro asunto que no sea el ombligo. Sin renunciar a lo cotidiano, escrutan lo que hay del otro lado y dan protagonismo al muerto, que también tiene derecho a vivir. Ya se adivinaba esta tendencia en jóvenes cineastas, pero era necesaria la aportación de narradores que con solo la herramienta de las palabras nos metieran miedo en el cuerpo corrupto.