Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


El salario de la discordia

31/01/2022

Continuamos con nuestras reflexiones de la Reforma Laboral. La determinación del salario mínimo por el gobierno es uno de sus puntos más importantes y polémicos. Los economistas todavía no se han aclarado sobre la conveniencia de un salario mínimo. 
Para la economía neoclásica (la dominante en la academia) lo peor que puede hacer un político es fijar precios. Rompería la dinámica natural hacia el equilibrio del mercado. A su entender existe un salario que garantiza el pleno empleo. Hacia él presionan la demanda y oferta del mercado laboral… mientras el gobierno y los sindicatos no impongan un salario mínimo. 
Keynes afirmó lo contrario. La producción de equilibrio macroeconómico es compatible con un desempleo masivo y permanente. Tampoco existe un salario de pleno empleo. La evidencia histórica confirma que altas tasas de empleo se pueden conseguir con salarios bajos y altos. 
En economías abiertas, la tesis keynesiana resulta más difícil de justificar. Una subida del salario en el país A puede erosionar la competitividad de sus empresas, que es tanto como decir de sus exportaciones y empleo. Contrarréplica keynesiana: lo que importa en la competitividad no es tanto el salario como el coste laboral unitario que tiene en cuenta la productividad laboral. Alemania tiene salarios mucho más altos que España, pero su coste laboral unitario es menor debido a su superioridad tecnológica. 
Desde el punto de vista social surgen otras buenas razones para imponer un salario mínimo. La condición es que estos salarios no redunden en destrucción de empleo. Para conseguir este difícil equilibrio deberían tolerarse exenciones temporales a las empresas en peligro de extinción. Mientras durase la tormenta, los empresarios y trabajadores de estas empresas podrían descolgarse del salario mínimo y de los pluses acordados en la negociación colectiva.