Paco Mora

Paco Mora


Nadal y el orgullo de ser españoles

05/02/2022

Domingo día 30 de enero. Primeras horas de la tarde. Escenario, el modesto restaurante de una masía catalana. Todos los comensales pendientes de los móviles de los que no querían perderse la final del Open de Australia de tenis, y cuando Nadal se alzó con el triunfo estallaron en una ovación que duró varios minutos. Así es el pueblo llano de esta pobre España que se alegra y emociona con los triunfos de sus compatriotas sean catalanes, mallorquines o de Villateempujo de Arriba. ¡Cielos, qué buenos vasallos si tuvieran buen señor!, que exclamó el Cid Campeador.
Una manifestación de alegría tan espontánea y sincera como la referida no se produce ante la presencia de un político, sea de la tendencia que fuere. Y es que el buen pueblo español todavía es capaz de reaccionar con lo que le emociona, y desprecia a los que dicen representarlo, pero que en el fondo sólo se representan a sí mismos. A nuestros políticos sólo les hacen palmas sus paniaguados, y aun así escuchan algunos pitos de quienes todavía no han llegado a la bicoca o al aborregamiento total.
Volviendo al principio, hombres y mujeres de todas las edades se felicitaban unos a otros efusiva y alegremente. ¿Quién dijo que el buen pueblo español ha perdido la facultad de reaccionar? Ha perdido esa facultad ante los que le mienten, le engañan y esquilman económica e ideológicamente, pero no ante los que van con la verdad por delante. 
Y no se trata aquí de arrimar el ascua a la sardina de nadie, de izquierdas, derechas, centro o mediopensionista. Los ciudadanos simplemente tratamos, como Diógenes, de encontrar a golpe de farol hombres y mujeres capaces de representarnos con dignidad. Mientras tanto nos tendremos que conformar con el orgullo de ser españoles que nos inyectan deportistas como Rafa Nadal.